Natale Amprimo Plá
El Comercio, 14 de mayo del 2025
“Si en el Congreso se realiza este tipo de contrataciones de personal tan poco calificado, ¿cómo serán las contrataciones en los organismos subnacionales?”.
La denuncia periodística difundida hace unas semanas, referida a la creación e implementación del llamado Centro de Modalidades Formativas del Congreso (con funciones que son ajenas a las competencias que la Constitución le confiere al Congreso), a cargo de una novel profesional sin mayor experiencia laboral, cuyo principal mérito es ser o haber sido la secretaria de Juventudes de un partido político y con una retribución mensual que no corresponde al nivel que ostenta, es algo que no puede pasarse por alto.
Menos aún, que se piense que una oficina pública, presuntamente destinada a la realización de fines institucionales, pueda estar, como se ha visto, con fotografías y logos de un determinado partido. Eso es algo gravísimo que resulta demostrativo de una notoria falencia en el conocimiento y respeto de principios democráticos elementales; en buena cuenta, la comprobación de la orfandad profesional de quien ha sido colocada ahí para dirigirla.
Peor aún han sido las explicaciones que se han esgrimido para justificar lo que resulta inaceptable. Escuché con perplejidad a un dirigente político sostener de manera impúdica, en la búsqueda de que la grave denuncia quede como una suerte de anécdota, que lo denunciado era discutible jurídicamente, pues existían bustos y cuadros de líderes políticos de ciertos partidos en los pasillos del Palacio Legislativo, inclusive señaló que hay salas de reuniones que llevan nombres de ellos, sin que se haga cuestionamiento alguno.
Esa comparación me pareció una clara desfachatez, pues los bustos colocados en el Congreso, o las salas que llevan determinado nombre, se han establecido, en primer término, en favor de peruanos ya fallecidos, cuyo aporte a la patria, al Poder Legislativo o al sistema democrático es de resaltar más allá de las diferencias políticas que pudieran existir.
Además, la implementación de tales honores fue acordada por las instancias respectivas a iniciativa de diferentes bancadas, las que multipartidariamente han convenido en resaltar los aportes de tales peruanos. Nada de ello se da como es obvio en el caso en cuestión, en el que la foto colgada llamativamente corresponde a un político en actividad y como consecuencia de la decisión de una persona colocada con claros visos de ser un enchufismo político, tan activo últimamente.
¿Y los órganos de control? Hasta ahora no han dicho esta boca es mía. Otro que ha brillado por su ausencia es el oficial mayor del Congreso, a quien según el reglamento de dicho poder le corresponde la dirección, supervisión y control de todas las actividades del servicio parlamentario; siendo además el jefe de todo el personal (artículo 40).
La existencia de fotos de políticos en actividad o signos distintivos de los partidos en las oficinas de las bancadas parlamentarias o en los despachos de los señores congresistas es un tema que puede entenderse, pero que ello se extienda a las oficinas de la administración pública resulta incluso hasta delictivo, con el agravante de que las elecciones ya fueron convocadas.
Si esto ocurre a vista y paciencia de todos, sin que los involucrados muestren el menor rubor, ¿se imaginan, amables lectores, qué ocurrirá en los gobiernos regionales o en las municipalidades? Si en el Congreso de la República se realiza este tipo de contrataciones de personal tan poco calificado, ¿cómo serán las contrataciones en los organismos subnacionales? Con seguridad opera la ley de la selva; la imaginación se queda corta.