Miguel Palomino
La República, 1 de julio de 2025
¿Cómo sabemos que gran parte de las viviendas adolecen de fallas críticas? Pues, porque más de 2 de cada 3 viviendas construidas en el Perú son producto de la autoconstrucción»
Hay cosas que están mal y lo podemos comprobar cada día. El tráfico, por ejemplo, todos los días se disputa sin problemas el puesto de peor del mundo. Pero hay otros problemas con los que convivimos casi sin darnos cuenta, hasta que algo nos los recuerda.
Esta es la situación de gran parte de las viviendas en todo el país. ¿Cómo sabemos que gran parte de las viviendas adolecen de fallas críticas? Pues porque más de 2 de cada 3 viviendas construidas en el Perú son producto de la autoconstrucción. Autoconstruir una vivienda no es necesariamente malo, pero los estudios indican que muchas de estas construcciones no cumplen con las condiciones mínimas de seguridad para sus habitantes ni para sus vecinos.
El reciente fuerte temblor nos hizo darnos cuenta del riesgo que corremos. Un terremoto puede causar muchas víctimas o pocas, dependiendo de su magnitud, la profundidad de su epicentro, los tipos de suelos del área afectada, la hora en la que ocurre y también por otros fenómenos, generalmente asociados a aludes o maremotos, que ocurren a raíz del terremoto. Pero también, de manera decisiva, de la calidad de las viviendas existentes en la zona afectada.
Por ejemplo, el terremoto de magnitud 8.1 Mw, ocurrido al sur del departamento de Lima en 1974 dejó “solo” 252 muertos, mientras que el terremoto de Ancash de 1970, que tuvo una magnitud de 7.9 Mw, fue largamente el que más muertes ocasionó en el Perú, estimándose la cifra en 100,000. Y el peor terremoto del que se tiene registro en Lima es el que sacudió la ciudad en 1746 con una magnitud estimada de 9.0Mw. El sismo llevó a que 1 de cada 10 limeños falleciera y a que, principalmente como resultado del gran maremoto ocurrido, fallecieran el 95% de la población de Callao.
En todo caso, es claro que un terremoto como el de 1746 es siempre una posibilidad, aunque sea remota. ¡Ajustando solo por población, las consecuencias proporcionales de un terremoto como el de 1746 serían de más de 1,000,000 de muertos! Lima no experimenta un terremoto serio desde 1940 donde, ajustando solo por población, sería proporcionalmente equivalente a unos 20,000 fallecidos hoy en día. Desde entonces ya van 85 años y por ello este peligro parece casi borrado de la memoria colectiva de los limeños.
En todo caso, lo que resulta de estos cálculos es que más de un tercio de las viviendas en el Perú no cuenta con integridad estructural y resulta, por lo tanto, en un peligro público. Es decir, se estima que cerca de 2,5 millones de viviendas en el Perú son inseguras ante un terremoto serio. Esta cifra debería encender las alarmas de cualquier hacedor de políticas públicas.
Cuando la provisión de caminos, electricidad, agua y desagüe no está claramente planificada y comunicada, la decisión suele tomarse en función a quién grita más fuerte o más efectivamente. La planificación y comunicación de los planes para la provisión de servicios básicos sobre terrenos adecuados sería un excelente primer paso para eliminar a los traficantes de terrenos que están detrás de la mayoría de las invasiones. La planificación adecuada sobre terreno escaso supone aumentar la altura promedio de las edificaciones lo que aumentaría la densidad poblacional en terrenos adecuados para ello.
Además, debe quedar claro que la vivienda autoconstruida cuesta en promedio un 33% más que la construcción formal, lo cual no debería sorprendernos pues es como comparar los costos de una pequeña producción artesanal con los de una moderna industria. Estos costos adicionales no miden el costo de vivir en una casa en proceso de autoconstrucción que, en promedio, tarda 16 años en completarse. Tampoco mide el hecho de que existe más criminalidad, la distancia a colegios y hospitales es más larga y el costo y tiempo de transporte a los lugares de trabajo es mayor. Por último, a esto hay que sumarle el mayor costo que requiere la provisión sin ninguna planificación previa de los caminos, iluminación, agua y alcantarillado. ¡A nadie debe sorprenderle que la autoconstrucción sea más cara!
El gasto en autoconstrucción es enorme, anualmente representa aproximadamente 40,000 millones de soles cifra superior a la inversión anual en minería en un año bueno. Este enorme gasto, en gran parte hecho por los hogares más pobres, merece la atención de todos. El problema no se va a resolver en unos años, tardará mucho tiempo. Seguirá siendo un problema mientras no aumente, entre otras cosas, el ingreso promedio de los peruanos. ¡Pero que por lo menos estemos en la ruta correcta para resolverlo! Que cada año hayamos avanzado, aunque sea un poco, en lugar de seguir retrocediendo.
Esto no es más que lo que nos diría cualquier urbanista. Necesitamos planificar nuestras ciudades y aquí sí hay claramente un rol para el Estado. No podemos seguir tolerando el caos y los costos de un crecimiento sin sentido que responde a los intereses mezquinos de quienes viven de los sueños de una mayoría con legítimos anhelos, pero sin orientación.