Por: Marta Lucía Ramírez
El Comercio, 21 de mayo de 2021
Está bien tener el espacio abierto a la protesta social, pero un país en paro intermitente no es viable y conduce al empobrecimiento, la inestabilidad y al malestar social. Necesitamos crecer, generar empleos, abastecer las ciudades, seguir construyendo infraestructura y vivienda para que haya desarrollo y, lo más importante, para que haya paz social.
Evidentemente, la falta de empleos para nuestros jóvenes y mujeres, la pobreza, la corrupción en nuestra sociedad, la inseguridad en las calles, la falta de reconocimiento hacia el valor que tiene cada persona por el solo hecho de existir, el temor a contagiarse, los negocios a los que aún no dejan operar a plena capacidad, las mercancías bloqueadas en puertos y carreteras generan desasosiego, frustración y rabia.
Afortunadamente, el primer trimestre, después de nueve meses de caídas, la economía creció 1,1 por ciento, por encima del pronóstico y de varios países. El destacado desempeño de la industria y la construcción lo hizo posible.
Ahora, el vandalismo, toques de queda y bloqueos en el marco de los paros, significarán otra caída. Según el Ministerio de Hacienda, el paro cuesta 480.000 millones de pesos por día, suma suficiente para subsidiar la vivienda a 24.000 familias o construir 2.500 kilómetros de vías terciarias cada día. Esta situación perjudica injustamente a consumidores, empresas y al pueblo colombiano.
Los derechos individuales a la protesta y a disentir son sagrados, pero también lo es el derecho a trabajar. El derecho principal es el bien común, el de todos nuestros conciudadanos.
Debemos reflexionar sobre la mejor manera de encontrar consensos en nuestra sociedad. Discutir de cara a la ciudadanía cualquier proyecto sin caer en la destrucción que ahonda la grieta social y afecta el patrimonio de todos. Ejercer la protesta es un derecho, pero es obligación hacerlo cuidando el patrimonio público, el empleo y el bienestar de los colombianos. Es un deber del Estado brindarnos garantías en el ejercicio de nuestros derechos a todos y garantizar el orden en nuestra sociedad, pero esto nos convoca a todos, sin excepción, a poner nuestro grano de arena. ¿A quién está beneficiando este caos? ¿Qué sigue en su libreto?
El crecimiento registrado y el mayor empleo nos indican que es hora de levantarnos para trabajar todos otra vez, sin más confinamientos ni bloqueos, e impedir que los promotores del odio nos dividan. Debemos, de nuevo, reunir a Colombia y lograr la paz social.
–Glosado y editado–