Por: Maibí Montoya León, directora de MinerAndina
MinerAndina, 15 de Agosto del 2022
Los peruanos debemos enamorarnos del cobre, especialmente, de nuestro cobre. Conocerlo, cuidarlo, querer su compañía por siempre.
No es sólo porque su extracción y procesamiento da empleo a muchos peruanos, moviliza economías de varias regiones, especialmente del sur del país, sino que es nuestro primer producto de exportación, generando aproximadamente el 33% de las divisas. Por algo somos el segundo productor de cobre del mundo.
Como mejor conductor de electricidad, nos garantiza energía segura en nuestras casas. Sus propiedades antibacterianas son ideales para utilizarlos como material del equipamiento hospitalario, los pasamanos de escaleras y superficies de alto uso. No sé si vemos eso en nuestros hospitales o escaleras, así que hay una tarea pendiente.
Pero lo más importante para el Perú como uno de los líderes mundiales en la producción del metal rojo, es que el futuro de la humanidad va a requerir cada vez más cobre para su sostenibilidad.
Entonces, como país debemos decidir impulsar la minería cuprífera y consolidarnos como segundo productor mundial –o primero, aunque difícil destronar a Chile–, y también decidir desarrollar la industria manufacturera para transformar el cobre y consumirlo en la forma de diversos productos finales. Además, el cobre es reciclable y se puede impulsar una industria de chatarra.
En esa línea, de acuerdo con un estudio encargado por la International Copper Association (ICA) a Fraunhofer ISI, — instituto de investigación de innovación independiente líder en Europa–, hay una especie de “stock antropogénico” de cobre proveniente de recursos, como bienes electrónicos, edificios y relaves mineros, que pueden reciclarse al final de su vida útil y mantenerlos en la cadena de valor.
El cobre, metal noble y cálido nos rodea: “cómo no te voy a querer”…