Leonie Roca, Presidenta de AFIN
Gestión, 5 de agosto del 2025
La falta de continuidad y planificación de los proyectos de inversión pública condenan al Estado a la ineficiencia perpetua.
El debate sobre la eficiencia del Estado peruano suele centrarse en la falta de recursos, pero la evidencia sugiere que el problema es más profundo: no es cuánto gastamos, sino cómo lo hacemos.
El último informe del Consejo Privado de Competitividad trae información reveladora. Entre 2019 y 2024, el gasto corriente en personal creció 40.9%, con incrementos diferenciados: 27.2% en el Gobierno nacional, 59.9% en gobiernos regionales y 45.5% en locales.
En inversión pública, el Perú lidera la región en términos de participación en el PBI: gastamos 5.3% mientras Chile invierte 3.7%, México 2.4% y Colombia 3.3%. Pasamos de invertir 31 mil millones de soles en el 2014 a 57,439 millones en el 2024, casi duplicando la inversión en una década.
¿Y los resultados? Después de invertir 47 mil millones de soles en la red vial pavimentada, solo avanzamos de 17% a 18.3%. En educación, más de 30 mil millones de soles dieron como resultado que los locales escolares con los tres servicios básicos pasaran de 30.8% a 29.4% (j!). En salud, 15 mil millones de soles nos dejaron en la misma situación de establecimientos con capacidad instalada adecuada. Los 8.8 mil millones invertidos en alcantarillado nos llevaron a pasar de 73% a 71.4% de hogares conectados. Entonces, ¿dónde está el problema?
Primero, la dispersión de recursos. Se ofrece mucho que no se puede cumplir. Hay que sincerar las capacidades y priorizar. La gran dispersión de recursos nos lleva a hacer todo, pero todo mal.
Segundo, la planificación deficiente. Anualmente ingresan 13,400 proyectos de inversión pública y 10 mil dejan de recibir. presupuesto, quedando truncos. Esta falta de continuidad y planificación condenan al Estado a la ineficiencia perpetua.
Algo similar sucede con los anuncios grandilocuentes de mega inversiones, cuando no contemplamos presupuesto para darle mantenimiento adecuado a las inversiones que ya se ejecutaron. Quizás, si alguien hiciera bien las matemáticas, llegaría a la triste conclusión que ya no hay mucho espacio para construir cosas nuevas.
Tercero, el problema no es (solo) los sueldos. En una década, el sueldo base de maestros de educación básica se duplicó, pasando de 10 mil a 22 mil millones anuales en masa salarial. Pero bajamos 2.3 puntos en comprensión lectora y 5.3 en matemáticas. Se requiere meritocracia, evaluación y sistemas de incentivos que los propios servidores públicos resisten:
Cuarto, el arreglo territorial. Nuestro diseño con más de 1,800 municipalidades distritales, más de 200 provinciales y 24 gobiernos regionales, sin un sistema político que integre, nos ha llevado a la fragmentación e ineficiencia actuales.
Es imposible dejar de mencionar la corrupción y una Contraloría policial que no ha ayudado a combatirla, pero sí a espantar a los servidores públicos. Necesitamos un Estado que haga pocas cosas, pero las haga bien. Que planifique integralmente, que supervise efectivamente y que evalúe resultados. No se trata de gastar más, sino de gastar mejor.