León Trahtemberg
El Comercio, 28 de noviembre del 2025
Omitir el financiamiento estatal de becas para el 2026 no es un simple ‘error’ contable ni una omisión técnica en una planilla de Excel. Es un baldazo de agua fría a las esperanzas de miles de jóvenes talentosos que ven en la educación la única tabla de salvación para escapar del círculo vicioso de la pobreza.
En el Perú, la educación siempre ha sido la variable de ajuste que se recorta primero cuando hay que hacer ‘economías’. Revela el escaso interés en que los jóvenes de extrema pobreza y de ambientes vulnerables tengan una ruta de ascenso para construir una carrera que su dedicación y talento les permitirían levantar. No es un olvido, es una traición a los derechos de los jóvenes.
Ya sabemos que, frente a la protesta general, el gobierno hará todo tipo de piruetas mediáticas para decir que esos fondos están allí, perdidos en alguna partida; el Minedu y el MEF tratarán de lavarse las manos, los congresistas mirarán hacia otro lado… El libreto de siempre, a costa de la frustración y el desencanto de las promesas de ascenso social de los jóvenes.
Se les está diciendo a los peruanos que la formación del capital humano y la lucha contra la desigualdad son discursos bonitos para los folletos, pero no una prioridad real en la gestión del Tesoro Público. Este ‘error’ manda una señal pavorosa: la apuesta por la equidad es frágil y reversible con un simple clic en una hoja de cálculo.
Este es un tema de dignidad y de futuro. La omisión del MEF no es un desliz, es un síntoma de la miopía crónica de una tecnocracia que a menudo parece gobernar para las cifras macroeconómicas y no para las personas. Restituir el presupuesto es lo mínimo; lo urgente es un mea culpa nacional y un compromiso inquebrantable de que el talento, sin importar su cuna, nunca más será moneda de cambio en el ajedrez presupuestal.






