José de Romaña
Perú21, 16 de julio del 2025
A fines de 2024, se anunció una contribución histórica para Lima: el sistema de transporte de California, a través de Caltrain, donaría al Perú más de 90 coches de pasajeros y 19 locomotoras, en perfecto estado operativo. Solo en su primera entrega, 11 locomotoras y 43 coches ya están en Lima. Se trata de trenes suburbanos fabricados por Bombardier y Siemens, aún plenamente funcionales y recientemente retirados del sistema californiano por renovación de flota. El valor comercial de esta donación supera ampliamente los 500 millones de dólares. Y, sin embargo, lejos de celebrarse como un avance para millones de limeños que viven atrapados en el caos del transporte urbano, la donación ha sido recibida por algunos sectores con escepticismo, hostilidad y, en ciertos casos, obstrucción abierta.
¿Por qué? Muchos de los que se oponen, critican o ridiculizan esta gestión, no pasan cuatro horas al día en coasters mal mantenidos, ni viajan en medio del hacinamiento, calor y delincuencia para llegar a sus centros de trabajo. Desde su comodidad, juzgan una acción que puede cambiar la vida de cientos de miles de peruanos. Porque para el limeño de a pie, estos trenes, aunque no sean nuevos, representan un salto de calidad real: más seguridad, más tiempo libre, más productividad, más dignidad.
Este episodio revela una enfermedad que corroe al país: la incapacidad de actuar unidos por el bien común. La politización de toda acción pública. Este esfuerzo, público y sin costo para el Estado, debería estar siendo respaldado sin titubeos por: el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU), Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Gobierno Regional del Callao, gobierno nacional. Y, por supuesto, los medios de comunicación responsables, que deberían informar, facilitar el debate técnico y promover soluciones, no sabotajes políticos.
Sin embargo, la Municipalidad de Lima ha señalado que ni el MTC ni la ATU han coordinado oficialmente la puesta en marcha del sistema, a pesar de que los vagones ya están en suelo peruano y que las obras de adaptación de vía y estaciones ya comenzaron.
Según voceros municipales, el cronograma técnico establece una marcha blanca en 90 días, con operación prevista para finales de 2025. Pero cada día que estos trenes permanecen almacenados es una derrota frente al tráfico, la pobreza de tiempo y la desigualdad urbana.
Es urgente que el MTC, la ATU, la PCM y todos los órganos competentes: faciliten las pruebas técnicas, liberen la burocracia, autoricen la marcha blanca y hagan posible que estos trenes empiecen a rodar mañana mismo. Porque sí se puede. Porque ya están aquí. Porque urge. ¿Nos hemos vuelto incapaces de celebrar lo que sí avanza? ¿Tan profunda es la fractura que preferimos trabar una mejora urbana concreta por razones ideológicas? Este no es un artículo para defender a una autoridad, sino para defender el sentido común. Cuando el Perú empuja junto, sin trincheras, suceden cosas buenas.
Lo que necesitamos no son trenes nuevos, sino decisión, empatía y sentido de urgencia. Estos trenes no son la solución total, pero sí el comienzo de un cambio real. Que empiecen a rodar mañana.