Jaime de Althaus
El Comercio, 3 de mayo del 2025
“De Boluarte no se puede esperar convicción ni liderazgo en estos temas. Seguiremos ahogados en regulaciones y sufriendo el acoso estatal”.
Es extraordinario lo que puede ocurrir en un país cuando hay un líder con alta convicción en torno a ideas claras y correctas. Es el caso de Argentina con Milei. El Perú, en cambio, es exactamente la otra cara de la moneda.
En Argentina han hecho un ajuste de 15 puntos del PBI para lo cual, entre otras cosas, aplicaron la “motosierra”: no renovaron el contrato del 30% de los empleados del gobierno federal, cerraron dependencias y fusionaron ministerios. Pues el pilar fundamental, cuestión de Estado para Milei, es el tema fiscal. El hecho es que ya consiguió superávit fiscal, emisión cero, la inflación cae, la pobreza baja cerca de 20 puntos, están desregulando profundamente y ya están creciendo. En uno o dos años esa economía va a volar a tasas altísimas.
Entonces se dio el lujo de pedir un préstamo al FMI no para solventar el ajuste, que ya fue hecho, sino para pagar la deuda del Tesoro con el Banco Central y para reforzar las reservas a fin de que pudiera soltar el cepo (liberar el dólar) sin generar devaluación. Acumuló US$50 mil millones en reservas sobre una masa monetaria en pesos equivalente a US$25 mil millones. Por supuesto, la apertura del cepo no produjo devaluación, sino cierta apreciación.
Solo le queda terminar de bajar aranceles a ciertos sectores aun relativamente protegidos, como textiles y automóviles. Y privatizar empresas. Tiene autorización del congreso para privatizar ocho, pero espera ganar las elecciones legislativas de octubre para privatizar las 40 que hay.
Pero ya con el dólar libre bajarán el riesgo país y la tasa de interés y vendrán las inversiones, atraídas además por un régimen especial y por impuestos a la baja en la medida en que aumenta el superávit fiscal, y con regulaciones cada vez menores. Ya han derogado más de mil normas y han ordenado a los ministerios que identifiquen con qué regulaciones mínimas pueden trabajar y deroguen todo el resto.
Y la popularidad de Milei no baja. Al contrario. Constantemente da entrevistas y discursos explicando con pasión el programa y como Argentina a va a ser el país más libre del mundo para volver a tener el mayor PBI per cápita del planeta.
Aquí, en cambio, el ministro de Economía anunció un esperanzador shock desregulador, pero han pasado algo menos de dos meses y poco se ha avanzado. Debía salir un decreto supremo dando validez general a 186 barreras burocráticas eliminadas por el Indecopi, pero ha quedado atrapado en la telaraña de la PCM. Lo mismo con la reinstauración del silencio administrativo positivo. Se planteó un “régimen tributario emprendedor” en la línea del combo formalizador de Elmer Cuba y la CCL, pero el ministro de Trabajo, Daniel Maurate, más papista que el Papa, lo ha enfriado, pese a que Luis Villanueva de la CGTP ya lo había hecho suyo en el último CADE. Mientras tanto Salardi, buen ejecutor de proyectos, no se enfrenta. Por supuesto, de la presidente no se puede esperar convicción ni liderazgo en estos temas. Seguiremos ahogados en regulaciones y sufriendo el acoso estatal.