Ian Vásquez
El Comercio, 1 de julio del 2025
“El joven Mamdani […] ni siquiera podrá implementar todo lo que propone fácilmente”.
Hubo un temblor político en Nueva York la semana pasada y se está sintiendo en todo el país: en las primarias del Partido Demócrata, un socialista salió muy por encima de los otros candidatos para la alcaldía de la ciudad más grande de Estados Unidos.
Dado que Nueva York tiende a votar por el Partido Demócrata, es probable que Zohran Mamdani será elegido alcalde en noviembre. El resultado es relevante no solo para la ciudad, sino también para la política nacional. Es particularmente importante para los demócratas, quienes no se recuperan de su derrota ante Trump y se están debatiendo cuál será la mejor estrategia para enfrentar a la nueva derecha: ¿moverse más al centro político o moverse todavía más a la izquierda?
Las primarias le han dado un fuerte apoyo al ala populista del Partido Demócrata. Después de todo, con su discurso socialista Mamdani le sacó siete puntos de ventaja al segundo más votado, Andrew Cuomo, un político tradicional y exgobernador de Nueva York.
¿Qué prometió Mamdani? Dijo que iba a hacer más justa y asequible a la ciudad. Lo haría duplicando el sueldo mínimo, congelando los alquileres de alrededor de un millón de departamentos, brindando atención infantil gratuita y universal, ofreciendo transporte gratis en autobuses, incrementando impuestos a las corporaciones y los ricos, y montando supermercados del pueblo, entre otras medidas.
A diferencia de muchos populistas que se guían por el oportunismo, Mamdani es un auténtico creyente de las ideas socialistas. Es miembro de los Socialistas Democráticos de América, un grupo activista nacional. El grupo dice que lucha por “conquistar un mundo organizado y gobernado por y para la inmensa mayoría, la clase obrera”.
Además de desfinanciar completamente a la policía, el grupo al que Mamdani pertenece propone la “nacionalización de empresas como ferrocarriles, servicios públicos y empresas manufactureras y tecnológicas críticas, junto con la regulación de los sectores corporativo, de comunicaciones, de datos y financiero”. Es una agenda de control económico y de la expresión.
El joven Mamdani (tiene 33 años) no propone explícitamente implementar tal agenda; ni siquiera podrá implementar todo lo que propone fácilmente. Pero el candidato no esconde el hecho de que es socialista, lo resalta. Para Estados Unidos, hacer eso y tener éxito político es novedoso y pudiera tener influencia sobre el Partido Demócrata a nivel nacional.
No importa que el control de alquileres en Nueva York como el que Mamdani está proponiendo ampliar haya causado escasez de viviendas, sobre todo para los más necesitados. No importa que el aumento del salario mínimo perjudique a los trabajadores menos calificados y crea desempleo o que los altos impuestos y costos de vivir en la ciudad han causado una caída notable de su población en años recientes. Tampoco importa que han sido las mismas políticas de los demócratas las que han causado los problemas que Mamdani pretende solucionar.
No importa porque parece que lo que llevó a Mamdani a la victoria fueron en gran parte los votantes blancos, bien educados y de clase media y alta. Perdió el voto de los afroamericanos y de la clase baja, quienes favorecieron a Cuomo. En cierto sentido, la elección respalda lo que el observador social Rob Henderson denomina “creencias de lujo” que son “opiniones que confieren estatus a la clase alta con poco o ningún costo para ellos, mientras que infligen un grave costo a las clases más bajas”. Agrega Henderson: “Los mismos que apoyan a Mamdani son los que más se parecen a él: acomodados, sobreeducados y deseosos de demostrar su virtud a costa de los demás”.
Si es así, y si el Partido Demócrata decide optar por una visión más extrema, Estados Unidos se apartará aún más de su tradición democrática liberal.