Hugo de Zela Martínez
Expreso, 12 de agosto del 2025
Como es sabido, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha sostenido públicamente que el Perú se ha apropiado de territorio colombiano en la zona de la triple frontera. Petro ha reclamado que debe lograrse un acuerdo para solucionar este asunto y alguno de sus ministros ha amenazado, inclusive, con usar la fuerza para lograrlo. El presidente colombiano ha dicho, en varias ocasiones, que podrá recurrir a instancias internacionales para lograr su objetivo.
La reacción peruana ha sido una muy adecuada combinación de firmeza y apertura al diálogo. Se ha explicado, desde los más altos niveles de gobierno y por parte de nuestra Cancillería, que el límite con Colombia se fijó en 1922 con el Tratado Salomón-Lozano y se reiteró con el Protocolo de Río de Janeiro de 1934 y que, por lo tanto, no hay nada que discutir sobre la fijación de la frontera. Pero, al mismo tiempo, se ha explicitado nuestra voluntad de diálogo para resolver los problemas que existen en la zona, particularmente el problema del puerto colombiano de Leticia, en cuya ribera el río Amazonas se está secando.
En cuanto a lo primero, debe haber tranquilidad en nuestra población. En 1929, al demarcarse la frontera, se confirmó que la misma, en la zona donde hay cursos de agua, es decir, ríos, se definía por el thalweg (la parte más profunda del río), dejando a un país con los territorios al este del thalweg y al otro, con los que estaban al oeste. Y, además, dada la existencia de islas en la zona, se definió que estas se asignarían por proximidad geográfica al territorio de cada país.
Así fue como la isla Chinería, en cuyo extremo sur se encuentra el poblado —hoy distrito— de Santa Rosa, se asignó al Perú. Esa asignación, como corresponde a un tratado de límites, fue de carácter perpetuo. El cambio de curso del río y el hecho de que, por unos años, el extremo sur de Chinería se haya visto interrumpido por una crecida del río Amazonas, no altera la decisión del Perú y Colombia, en aplicación del tratado de límites, de que Chinería es peruana. Y si vemos un mapa hoy, se comprueba que Chinería y su parte sur, el distrito de Santa Rosa, están unidos por tierra. Por lo tanto, allí no hay ninguna isla que asignar.
Por eso debemos estar tranquilos, porque la aplicación de los acuerdos bilaterales que fijaron la frontera se ha hecho correctamente. Y si esta situación no se resuelve bilateralmente y Colombia insiste en ir a instancias internacionales, tenemos el derecho de nuestro lado y así lo demostraremos.
De otro lado, es evidente que Leticia tiene un problema grave, pues un puerto sin acceso al agua deja de serlo, lo que perjudica profundamente la vida de sus habitantes. Acerca de esto, debe resaltarse la voluntad peruana de cooperar para solucionar ese tema. Ojalá se entienda que eso beneficia a los colombianos.
Países hermanos como Perú y Colombia no pueden perder el tiempo en disputas sin sentido cuando hay tanto por hacer en la zona de frontera: el crimen organizado, la trata de personas, los grupos armados residuales, la tala ilegal, el contrabando, la falta de servicios esenciales y varios otros son los que deberían concentrar nuestra atención.
Espero que así lo entiendan las autoridades colombianas y que podamos concentrarnos, en las distintas instancias bilaterales, en generar oportunidades para acordar medidas que profundicen la hermandad entre Perú y Colombia, principalmente en favor de los habitantes de la zona fronteriza, y se eviten enfrentamientos sin base que a todos perjudican.