Fernando Ortega San Martín
Chair del Nodo Perú de The Millennium Project
Para Lampadia
Todos los días recibimos noticias de avances tecnológicos que cambiarán nuestras vidas, que provienen algunas de Estados Unidos y de Europa, aunque la mayoría viene de China. Lo interesante es que no sólo son material de propaganda política, son realidades que poco a poco entrarán a nuestro mercado y a nuestra sociedad.
Y claro, nos preguntamos si, como país, estaremos preparados para adoptar esas tecnologías y adaptarnos a los cambios que traerán consigo.
Hoy en día, tenemos dos tipos de países: los “future makers” y los “future takers”. Los primeros son los que construyen el futuro, los segundos son los seguidores, que toman el futuro creado por los primeros. Y lo que los diferencia, básicamente, es si generan o no las tecnologías que cambiarán el mundo.
Estamos a pocos años de pasar de la Cuarta Revolución Tecnológica a la Quinta, y vemos con alarma cómo muchas tecnologías impactarán negativamente en los mercados de nuestra oferta exportable, que básicamente está formada por bienes y servicios de baja y media tecnología (desde una fruta hasta un automóvil), mercados que China ya lidera y con mucha ventaja. [Los productos de agroexportación tienen alto valor agregado y responden a importantes y variados desarrollos tecnológicos].
Por tanto, debemos modernizar rápidamente nuestra oferta exportable para no seguir perdiendo el paso. Todavía tenemos oportunidades por aprovechar, las que se concentran en tres grandes campos: nuevos materiales, biodiversidad y TICs.
Somos un país minero, pero debemos convertirnos en un “país de materiales”. Con el advenimiento de las tecnologías cuánticas, se abren mercados para nuevos materiales basados en el manejo de átomos y moléculas en combinaciones que no se encuentran en la Naturaleza: nuevos cristales, nuevas aleaciones, nuevos compuestos que combinen metales y polímeros, todos ellos creados para atender necesidades técnicas específicas, como los llamados “super imanes”. El Perú cuenta, en todo su territorio, incluso en el fondo marino, con materiales que tendrán gran demanda en el futuro.
Somos también un país biológicamente megadiverso, de cuya potencialidad sabemos poco. Hoy en día, con las llamadas “tecnologías emergentes”, podemos y debemos realizar una gran prospección a nivel nacional de la biota existente en cada parte de nuestro territorio. Cada ser vivo contribuye al equilibrio natural, y deberíamos saber cómo lo hace y si ese aporte puede tener también un valor comercial o médico que puede ser aprovechado sostenidamente, sin afectar los ecosistemas donde se desarrolla.
No debemos olvidar a nuestro talento innato nacional. En estos momentos donde las tecnologías cuánticas y las “cripto” vienen avanzando aceleradamente, vemos con esperanza cómo nuestros adolescentes y jóvenes talentosos, a pesar de los problemas que asfixian a la educación escolar y universitaria, van ganando concursos internacionales de matemáticas y de proyectos científicos basados en TICs. Ellos constituyen, qué duda cabe, el recurso más valioso que tenemos. Pero también es el más frágil, el que podemos perder más fácilmente, porque a diferencia de los dos anteriores, es móvil, y hoy en día, los países “future makers” demandan el talento proveniente de todas partes del mundo, y les abren las puertas con condiciones altamente favorables.
Por consiguiente, no desesperemos, el Perú aún tiene posibilidades ciertas de alcanzar el desarrollo, siempre y cuando tengamos políticas adecuadas que nos permitan avanzar en la misma dirección en que avanzan los países “future makers”. Necesitamos estar en la misma sintonía, y para ello requerimos que la información que proviene de los mercados tecnológicos emergentes sea ampliamente distribuida a las empresas y a la Academia, para que enfoquemos nuestros esfuerzos de investigación e innovación, en aquellos campos que generan altas expectativas de éxito por su capacidad de satisfacer mejor las necesidades presentes y por crear nuevas necesidades futuras.
China ha demostrado que no existen recetas “secretas” para el desarrollo. Desde finales del siglo pasado, se preocupó por la educación de sus ciudadanos, especialmente en temas de creatividad, emprendimiento y dominio de tecnologías, y por otorgar condiciones muy favorables a la inversión privada extranjera, priorizando aquella que incorporaba transferencia de tecnologías de punta. Los norteamericanos y europeos ayudaron a China a ingresar al mundo tecnológico de avanzada, que hoy, después de tres décadas, China comienza a dominar. Moraleja: Nadie sabe para quien trabaja.