Fernando Málaga Checa
Para Lampadia
Se da por sentado que el sur andino en las próximas elecciones generales va a votar por la izquierda y, probablemente, por el partido más radical de ésta y, probablemente, sea cierto dado que así lo han venido haciendo en las últimas elecciones. Pero lo que está aún por dilucidarse es si lo hacen por un genuino pensamiento ideológico o se trata de un voto esencialmente antisistema, identitario, de rechazo al poder establecido y básicamente contra lo que Lima representa en el imaginario popular de las provincias.
Me explico, las provincias en general guardan resentimiento contra Lima porque sienten que ésta acumula y goza de mayor poder económico y por consecuencia político, despreocupándose de las provincias a las que deja en un secular abandono.
SI bien este sentimiento de abandono es generalizado en provincias, es más intenso en el sur andino a pesar de que, y quizás porque, ahí se encuentran las más grandes empresas mineras y petroleras del país. Sin embargo, la zona carece de infraestructura vial y de salud, así como la atención del Estado en cuanto a salubridad, Internet y otros servicios que en general, son muy deficientes por no decir, inexistentes.
Pero, ¿es ésta la verdadera y principal razón por la que esta zona vota por la izquierda antisistema?
¿Quieren los habitantes del sur andino una mayor intervención del Estado en su economía o por el contrario prefieren que éste no intervenga en sus actividades empresariales y comerciales?
Si bien en la zona hay actividades productivas formales, también es cierto que la “culebra” de contrabando procedente de Bolivia y la minería informal e ilegal en la Rinconada y Sandia no quieren ser formalizadas, tal como lo demuestra la poquísima cantidad de Reinfos vigentes a nivel nacional.
Es claro que de darse un gobierno de izquierda al estilo del Socialismo del Siglo XXI el Estado asumiría la propiedad, manejo y explotación de la actividad minera sea esta ilegal, informal o legal.
¿Es eso lo que la población del sur andino, en especial la aimara, quiere?
Evidentemente no, como lo demuestra su rechazo a la formalización no solo minera sino en el comercio en general. El hecho de que exista un movimiento aimara que desee separarse del Perú para formar la gran población aimara así lo demuestra.
Pero ¿qué explica esta grave incoherencia entre votar por la izquierda estatizante y la voluntad de prescindir del Estado? Por una parte, es necesario considerar un componente racial y la sensación prevalente en dicha zona de ser abandonada por el Estado, lo que conduce a otra incoherencia, la de exigirle mayores y mejores servicios al mismo tiempo que se pretende evadir los tributos y las demás obligaciones que todo Estado exige.
Ante este rechazo del sur andino al Estado, por no sentirse parte del mismo, éste debe dar una respuesta política enfrentando el problema directamente a través de todos los medios de expresión disponibles y en los lenguajes de su público objetivo, pero antes tiene que invertir para proporcionar los servicios que la población del sur andino requiere.
No se puede querer cobrar, ni siquiera los impuestos, sin tener algo que dar a cambio y que sea apreciado positivamente por los “clientes” como son los ciudadanos respecto al Estado.
Ante las elecciones generales del próximo año la izquierda ya entonará su canto de sirena para cosechar los votos de estas regiones, las mismas que siente que las tiene cautivas pero que no necesariamente votarán por la izquierda si algún político hábil les presta la atención que estas esperan y requieren. Lampadia