Fernando Cánepa, el nadador arequipeño de 78 años que ganó bronce en Singapur
Entrevista a Fernando Cánepa
Perú21, 16 de setiembre del 2025
Mijail Palacios Yábar
Se acerca vigorosamente a los 80 años y acaba de traer de Singapur cuatro medallas de bronce luego de participar en ocho pruebas de un torneo máster internacional. Y en una de las pruebas logró bajar su tiempo.
—El esfuerzo que yo hago es máximo. No es que uno nomás nada, tienes que estar preparado físicamente y debes tener una táctica —me dice telefónicamente desde su natal Arequipa sobre su experiencia en Singapur, adonde llegó luego de 48 horas entre vuelos aéreos.
Alista las maletas porque esta semana competirá en Lima. Será parte del Campeonato Nacional desde este jueves 18 hasta el 21 de septiembre, en el Campo de Marte.
Fernando Cánepa, un conversador inagotable, se levanta a las 4:40 de la mañana. A las 5:30 necesariamente ya está nadando. Rutina que realiza de martes a sábado, tarea que complementa con cuatro días de gimnasio.
—Tiene que ser así, porque, si no, el cuerpo no funciona —me dice y a la distancia se escucha una voz femenina que, de rato en rato, interviene en voz baja, complementando con información que involuntariamente Fernando omite. No le pregunto por ella, solo lanzo la primera pregunta.
¿A qué hora se acuesta?
Ah, eso es terrible, es mi talón de Aquiles. Hoy me acosté a la 1 de la mañana y me tienes a las 4:40 levantándome.
¿Y normalmente a qué hora duerme?
Pues a la medianoche.
Duerme cuatro a cinco horas nomás.
Eso está mal, eso tengo que corregir.
Tengo entendido que a los 41 años usted retomó la natación. ¿Qué pasó?
Mira, vengo de una familia de deportistas. Mi padre, Luis Carlos Cánepa, fue quien prácticamente trae el Club Internacional a Yanahuara, en Arequipa. Él creía en el deporte y por eso él hace un esfuerzo sobrehumano de sacar del centro de la ciudad al club y traerlo acá, y el club acá tiene tiro, vóley, básquet, tenis, piscina, bowling.
La voz femenina interviene: “fútbol, atletismo”.
Así es… Mi padre era deportista y era nadador también… Aunque él nació en el Callao. Pero mi hermano Carlos nadó desde los once años y mi papá nos hacía acompañarlo a las 5:30 de la mañana y meternos al agua de 17 grados, en el caso del Internacional, y 18 grados, en el caso de la piscina de Tingo; era, pues, un sacrificio grande para nosotros. Pero nunca nadé seriamente. Recién estando en Baltimore, Maryland, en Estados Unidos, en el año 91 alguien se me acercó y me dijo: “¿No quisieras nadar?”. Bueno, fui a un club que se llama North Baltimore Aquatic Club…
Que fue el club de Michael Phelps (el plusmarquista mundial en piscina larga), ¿no?
Sí. Como veinte años después apareció Michael Phelps. Nunca pude conocerlo. Alguna vez quise traerlo al Perú, pero pedía mucho dinero… Entonces, así fue como empecé, a los 41 años. Al comienzo las chicas me pasaban (ríe), pero poco a poco fui mejorando. Sin embargo, allá en EE.UU. solo participé en dos o tres campeonatos. En el 94 regresé al Perú después de 25 años de ausencia, diez años en Venezuela y quince en Estados Unidos. En el Perú comencé a nadar y me invitaron a ir a Ica, Lima, Iquique, pero si me decías “vamos a un torneo Sudamericano”, yo no iba… Imagínate que en el año 2012 recién fui a un mundial… Entonces, poco a poco fui nadando y hasta que en 2004 hubo un Sudamericano en Lima, me invitaron y saqué dos medallas de bronce. Y ahí me di cuenta de que sí podía nadar fuera del país. Y desde entonces ya he ido a siete mundiales y, en algún momento, llegué a salir subcampeón mundial de 800 libres. También viajé a Rusia, donde prácticamente fui el único peruano…
¿Cómo le cambió la vida competir profesionalmente luego de los 41 años de edad?
El deporte te da vida, te mantiene de una salud increíble. Me da la oportunidad de tener una salud mucho mejor y poder ayudar a la gente.
¿Por qué es bueno nadar?
El deporte te prepara para la vida, porque en el deporte te va mal y tienes que superarte; y para que te vaya bien, tienes que prepararte. Si yo estuviera guiando este país, prácticamente impondría que todo el mundo (nade)… Mira, yo tengo el cuerpo de una persona de 45 años y tengo 78 años. Lo que te quiero decir es que el deporte también te prepara psicológicamente para enfrentarte a la vida. Es una cosa que le da sentido a mi vida.
¿Hasta cuándo piensa nadar?
Yo voy a morir en la piscina. Todavía nado a full y para eso me preparo. Hay gente en el deporte que tiene 100 años y está nadando.
“En Buenos Aires hay un nadador de 100 años”, dice la voz femenina.
¿Tiene enfermedades?
No tengo ninguna enfermedad. Pero siempre hay que tocar madera (ríe). No tomo medicinas. Ni siquiera me da dolor de cabeza… El deporte también me enseña que si algo me salió mal, tengo que regresar para arreglarlo o tratar de arreglarlo.
Fernando, ¿quién está a su lado?, deduzco que es su esposa, ¿no?
(Risas). Sí, es mi esposa y qué bueno que me lo digas…
¿Ella nada?
Nadaba, pero tuvo un problema de cáncer, que ya lo superó. Pero ella me acompaña a todos los periplos que hago. Ella es un factor importante en mi desarrollo.