Daniela Ibáñez de la Puente
El Comercio, 21 de mayo del 2025
“Álvarez puede ser percibido como sincero dado que se trata de un candidato nuevo, sin afiliación partidaria hasta el momento, y que tiene trayectoria criticando a políticos”.
La política peruana ha tenido momentos cómicos memorables, pero esta elección marca un hito: por primera vez, un humorista busca disputar la presidencia. Se trata de un imitador de larga trayectoria, cuyas personificaciones políticas nos han ofrecido risas catárticas en medio de la frustración. Pero surge una pregunta clave: ¿la simpatía de un candidato basta para ganar votos?
Según la psicología política, uno de los factores más importantes a la hora de evaluar la persuasión de un orador es su credibilidad. Es decir, si el receptor del mensaje percibe que el emisor del mensaje es creíble, entonces lo más probable es que el orador tenga éxito en cambiar las actitudes del receptor e inclusive impactar sobre su comportamiento. En este caso, la incidencia sobre el cambio de comportamiento sería motivar a que el receptor vote por el candidato emisor del mensaje.
La credibilidad se compone de dos factores principales, uno de los que Álvarez posee y otro del cual carece.
Un factor es la confiabilidad, es decir, si se percibe que el candidato dice la verdad. Álvarez puede ser percibido como sincero dado que se trata de un candidato nuevo, sin afiliación partidaria hasta el momento, y que tiene trayectoria criticando a políticos, lo que empatiza con el sentir de la población. A pesar de las acusaciones de cercanías con el fujimorismo, estas pueden ser percibidas como infundadas, porque no se encuentra afiliado a dicho partido. La agradabilidad de Álvarez y su fluidez verbal aumentan la percepción de credibilidad con el electorado.
Sin embargo, Álvarez carece de un segundo componente en la credibilidad: la experticia o, en otras palabras, el conocimiento especializado, la competencia técnica o dominio en un área. Es decir, ¿el orador tiene autoridad en el tema del cual conversa? En el caso de Álvarez, su principal tema de interés es la seguridad. Si bien su retórica respecto de la inseguridad y su indignación respecto de la inacción de la clase política tiene potencial para generar empatía con la población, aún es incierto si logrará persuadir a la audiencia sobre su experticia. Álvarez no es Volodimir Zelensky que cuenta con un grado en derecho, o Nayib Bukele que había combatido la inseguridad en la capital de El Salvador antes de lanzarse a la presidencia. Aquí es crucial que Álvarez se rodee de técnicos visibles que lo asesoren y acompañen en sus comunicaciones para sobrellevar esa barrera.
La credibilidad es un factor muy importante en el caso de Álvarez, y es más importante que la simple agrabilidad, especialmente en el contexto del discurso que él opta tener. La seguridad es un tema de crucial importancia para la población, lo cual hace que la audiencia preste más atención al contenido de las propuestas más que a simples señales periféricas (p. ej. cuánto me agrada el locutor). Es decir, según el modelo de probabilidad de elaboración, el electorado va a comportarse de manera más sofisticada a la hora de evaluar las propuestas de seguridad. Estaremos atentos a si la característica inteligencia de Álvarez podrá navegar adecuadamente en este ámbito.