César Burga Rivera
Perú21, 3 de agosto del 2025
«Si aprovechamos este superciclo del cobre con inteligencia, podríamos sentar las bases de un Perú más estable, más justo y más próspero».
Este artículo nace a partir de mi reciente visita a Noruega, donde pude constatar, in situ, el desarrollo alcanzado gracias al buen uso de los recursos generados por los ingresos tributarios del petróleo.
Lo sorprendente no es que hayan tenido suerte con el descubrimiento de grandes yacimientos, sino que supieron administrarlos con visión de largo plazo, disciplina fiscal y una ética pública que impresiona.
En el Perú también tenemos un tesoro bajo nuestros pies: la minería, y en especial el cobre, que hoy se cotiza a precios récord. ¿Y si hiciéramos lo mismo? ¿Y si aprovecháramos esta oportunidad para asegurar no solo un crecimiento momentáneo, sino bienestar duradero para las próximas generaciones?
- Guardaron parte de los ingresos: En lugar de gastar todo, lo invirtieron.
- No lo tocaron sin control: Solo pueden usar un pequeño porcentaje cada año (máximo 3% del valor del fondo) para que no se acabe.
- Invirtieron bien: El dinero no se quedó guardado en una caja fuerte, sino que se invierte en acciones, bonos y bienes raíces en todo el mundo.
- Transparencia total: Cualquier ciudadano puede saber dónde está invertido el fondo y cuánto ha rendido.
- Reglas claras y estables: Todos los gobiernos que pasaron respetaron el acuerdo. Sin importar el color político, entendieron que eso no se toca.
Un dato clave: el fondo noruego solo invierte en activos fuera de Noruega. ¿Por qué? Porque eso le permite diversificarse mejor, reducir riesgos y evitar que su economía local se sobrecaliente con tanta inversión interna. Es una decisión inteligente y estratégica.
El resultado: ese fondo ayuda a financiar hospitales, pensiones, universidades y otros servicios públicos, sin poner en riesgo la economía.
Tenemos una oportunidad de oro (o mejor dicho, de cobre). El mundo necesita más cobre para la transición energética, y nosotros somos el segundo mayor productor global. En lugar de dejar que esa riqueza se diluya en el gasto corriente o en proyectos mal hechos, podríamos:
- Crear nuestro fondo soberano: Con parte de los ingresos tributarios de la minería (sin tocar lo que ya va a regiones o al presupuesto actual).
- Poner reglas claras: Que solo se pueda usar un pequeño porcentaje al año, para evitar que se vuelva una “caja chica” del gobierno de turno.
- Invertir con estrategia: Como Noruega, diversificar los activos en el extranjero para reducir el riesgo y generar rentabilidad constante.
- Rendir cuentas siempre: Publicar resultados, auditorías y decisiones de inversión para que todos sepamos cómo va nuestro “chanchito de ahorros nacional”.
- Pensar en las próximas generaciones: Lo que ingrese hoy debe beneficiar también a nuestros hijos y nietos; no solo a los que estamos aquí ahora.
Y algo fundamental: la gestión del fondo debe estar en manos de profesionales capacitados e independientes. No puede depender del gobierno de turno ni responder a intereses políticos. Se necesita una estructura técnica con criterios objetivos y visión de largo plazo. La selección del gestor del fondo debería hacerse mediante un concurso internacional, para asegurar que los mejores administradores del mundo estén al mando del fondo soberano del Perú.
¿Por qué vale la pena?
- Porque reduce nuestra dependencia del ciclo político y de los precios de los minerales.
- Porque fortalece la economía y la confianza internacional en el Perú.
- Porque permite pensar en el largo plazo y no solo en el próximo presupuesto.
- Porque, bien hecho, puede convertirse en el motor de un nuevo pacto social: más equitativo, más transparente, más inteligente.
Sí, hay desafíos. Habría que evitar que el fondo se vuelva botín de la política. Tendríamos que construir instituciones fuertes con profesionales independientes. Y también lograr un acuerdo político serio, donde todos entiendan que esto es para el país, no para un gobierno.
Pero si Noruega —un país pequeño, frío y remoto— lo logró, ¿por qué el Perú no podría?
Estamos frente a una oportunidad histórica. Si aprovechamos este superciclo del cobre con inteligencia, podríamos sentar las bases de un Perú más estable, más justo y más próspero.
No se trata de copiar a Noruega, sino de aprender de su ejemplo y adaptarlo a nuestra realidad.
Quizá dentro de 30 años, algún peruano visite un país lejano y diga: “Mira todo lo que logró el Perú cuando decidió cuidar bien su riqueza”.
Ojalá que para entonces ya estemos escribiendo esa historia.