César Burga Rivera
Perú21, 7 de setiembre del 2025
Lee Kuan Yew transformó una isla pobre en potencia global. ¿Qué podemos aprender en el Perú?
Henry Kissinger publicó en 2022 su último libro, Liderazgo, un año antes de morir a los 100 años, en noviembre de 2023. En este, analizó las trayectorias de seis gobernantes que marcaron el curso de la historia tanto en sus países como en el escenario internacional:
- Konrad Adenauer, quien guio la reconstrucción de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial.
- Richard Nixon, quien retiró a Estados Unidos de la guerra en Vietnam y abrió relaciones diplomáticas con la China de Mao Tse-Tung.
- Anwar Sadat, quien firmó la paz con Israel.
- Margaret Thatcher, quien sacó al Reino Unido de la decadencia económica del socialismo británico.
- Charles de Gaulle, líder de la Francia Libre en el exilio durante la Segunda Guerra y quien luego enfrentó la crisis colonial.
- Lee Kuan Yew, el exitoso primer ministro de Singapur, quien convirtió a su país en el más próspero de Asia en tan solo 30 años.
Sin duda, Liderazgo es uno de los mejores libros que he leído en los últimos años.
En este artículo revisaré el último caso, pues me interesa entender cómo Singapur se volvió un país próspero en tan corto plazo.
Bajo la dirección de Lee, Singapur dejó el dominio británico en 1963 y se separó definitivamente de Malasia en 1965. Las perspectivas no eran alentadoras: era una sociedad fragmentada entre chinos, malayos e indios; había una ausencia total de recursos naturales; la población tenía un nivel educativo bajo y era una economía basada casi exclusivamente en los ingresos que generaba un puerto con una infraestructura inadecuada. Su único activo tangible era su posición estratégica en el estrecho de Malaca, en la ruta marítima entre el océano Índico y el Pacífico.
Kissinger subraya que Lee no se conformó con administrar la escasez, sino que aspiró a construir un Estado eficiente, disciplinado y competitivo. Creía que, para que Singapur sobreviviera, debía sobresalir. Su objetivo no era solo mejorar las condiciones de vida, sino hacer que la ciudad-Estado tuviera un rol importante en la economía global, aprovechando su ubicación geográfica.
Con tal objetivo en mente, en 1968, a la edad de 45 años, Lee tomó un mes sabático para asistir a la Universidad de Harvard, en el entonces Centro Littauer (hoy John F. Kennedy School of Government). Allí presentó un plan de desarrollo integral para su país. Su propuesta era sencilla en su formulación, pero ambiciosa en su alcance: convertir a Singapur en un hub comercial, financiero y logístico de clase mundial, apoyado en una fuerza laboral calificada, una infraestructura impecable y un marco jurídico predecible.
¿Cuáles fueron los pilares del plan de Lee Kuan Yew para Singapur?
Gobernanza meritocrática y tolerancia cero con la corrupción:
Instituyó un servicio civil altamente profesional y bien remunerado, para atraer a los mejores talentos al sector público. Desde el inicio, estableció normas estrictas contra la corrupción, con sanciones severas incluso para funcionarios de alto rango. La confianza en las instituciones se convirtió en un activo estratégico.
Apertura económica y atracción de inversión extranjera:
En un entorno sin recursos naturales, el capital y la tecnología debían venir de fuera. Se impulsaron políticas proinversión: seguridad jurídica, reglas claras, respeto absoluto a los contratos, incentivos fiscales y zonas industriales bien planificadas. Hoy, Singapur es un centro financiero global.
Educación como motor del desarrollo:
El plan ponía la formación de capital humano en el centro de la política pública: educación bilingüe (inglés como lengua común y el idioma materno como vínculo cultural), énfasis en ciencia y tecnología, y adaptación constante de los currículos a las demandas de la economía.
Infraestructura y planificación urbana de primer nivel:
Se desarrolló un planeamiento urbano centralizado y a largo plazo. Viviendas públicas de calidad para evitar los guetos étnicos, un sistema de transporte eficiente y un puerto que se convertiría en uno de los más activos del mundo.
Disciplina fiscal y fondos soberanos:
Se evitó el déficit fiscal crónico, acumulando ahorros y creando fondos soberanos como Temasek Holdings y GIC, que invierten globalmente y hoy gestionan cientos de miles de millones de dólares.
Identidad nacional e integración social:
Consciente de las divisiones étnicas y religiosas, se promovió una narrativa de unidad basada en el mérito, la disciplina y la cohesión. Las políticas de vivienda y educación buscaban mezclar a las comunidades y reducir las tensiones entre las mismas.
En palabras de Kissinger, Lee “despertó en su pueblo la convicción de que podían lograr más de lo que imaginaban posible, y que el camino a la supervivencia estaba en la excelencia constante”. Singapur no solo sobrevivió; se convirtió en uno de los países más ricos y estables del mundo.
Cuando Lee Kuan Yew y Deng Xiaoping se conocieron
El plan de Lee en Singapur empezó a dar resultados desde muy temprano. Tanto fue así que en noviembre de 1978, se dio un hecho extraordinario que cambiaría el curso de la historia a nivel mundial. Deng Xiaoping, entonces líder de la República Popular China, visitó Tailandia, Malasia y Singapur. Quería ver con sus propios ojos qué estaban haciendo estos países para mejorar la vida de sus ciudadanos; era consciente de que el modelo comunista no había traído prosperidad al pueblo chino. Lee lo acompañó durante la visita a su país y conversaron largamente.
De regreso a Pekín, Deng presentó un plan de reformas económicas que introducía elementos de mercado en China, un cambio inimaginable en los tiempos de Mao. Ese fue el inicio del vertiginoso crecimiento económico que ha ubicado a China como la segunda economía más grande del mundo.
Me parece importante resaltar la trascendencia de este encuentro. ¿Qué hubiese sucedido si Lee no hubiera convencido a Deng de los beneficios de una apertura económica? ¿Qué habría sucedido si la China hubiese seguido su trayectoria bajo una economía totalmente comunista? Queda en manos de la ucronía el proyectar ese escenario tanto para China como para la economía mundial.
Lo anterior condujo a que posteriormente, en 2004, Lee confesara que Deng Xiaoping era la persona a quien más admiraba. ¿Por qué? Porque, habiendo sido comunista toda su vida, tuvo la lucidez y la valentía de cambiar su forma de pensar a la edad de 74 años, buscando mejorar las condiciones de vida de su pueblo.
¿Y qué puede aprender el Perú de Singapur?
Seamos claros. El Perú no es Singapur. Esta es una ciudad-Estado de 6 millones de personas y con un territorio que equivale a la sexta parte de Lima Metropolitana. Somos un país inmenso, diverso y con realidades muy distintas. Pero eso no significa que no podamos rescatar algunas lecciones.
Primero, meritocracia de verdad. Allá, entrar a trabajar para el Estado es casi tan competitivo como entrar a una multinacional. Los sueldos y las condiciones están a la altura, y si un funcionario actúa deshonestamente, lo despiden y procesan sin contemplaciones.
Segundo, reglas claras y estables. Las empresas, locales y extranjeras, saben que lo que se acuerda hoy se respeta mañana. No hay “cambios de humor” con cada gobierno.
Tercero, la educación como prioridad nacional. No solo universidades; también formación técnica, ciencia, tecnología e idiomas. Adicionalmente, ellos apostaron por el inglés como idioma común; nosotros podríamos definir una mayor prioridad al inglés, habida cuenta de su importancia como factor integrador al resto del mundo.
Cuarto, planificación a largo plazo. En Singapur no improvisan: planifican la ciudad, el transporte, la vivienda y la economía pensando en los próximos 20 o 30 años.
Quinto, disciplina fiscal con visión de futuro. Ahorran en tiempos buenos para invertir en tiempos difíciles. Sus fondos soberanos generan ingresos para las próximas generaciones.
Reflexiones finales
Por todo lo expuesto anteriormente, no ha sido sorpresa que en 2024 el PBI per cápita de ambos países (en dólares de 2021 de poder adquisitivo constante) mostrase una diferencia abismal: US$132,570 frente a US$15,662, según el Banco Mundial.
Más aún, tampoco fue sorpresa saber que en las pruebas PISA 2022, los estudiantes de Singapur ocuparon el primer lugar en las pruebas de evaluación del rendimiento en matemáticas, ciencias y comprensión lectora sobre un total de 81 países evaluados. El Perú figuró entre los puestos 55 y 59 para las mismas pruebas.
Estos contrastes deberían invitarnos a la reflexión. Es difícil permanecer inerte ante tales diferencias.
Singapur logró todo esto porque tuvo líderes con visión y un pueblo dispuesto a hacer su parte. Hubo bastante trabajo, orden y constancia. En el Perú, si dejamos de lado el cortoplacismo y nos ponemos metas ambiciosas con disciplina, podríamos dar un salto enorme. No se trata de copiarlos al pie de la letra, sino de inspirarnos en lo que sí funciona.
Porque, al final, la verdadera pregunta no es si “¿podemos ser como Singapur?”, sino si “¿queremos hacer lo necesario para acercarnos a ese nivel?”.