César Burga Rivera
Perú21, 5 de octubre del 2025
Qué nos dice el caso irlandés sobre el camino que debería seguir el Perú.
Desert sky, dream beneath the desert sky.
The rivers run but soon run dry.
We need new dreams tonight.
(“In God’s Country”, U2)
Durante la década de los 80, la banda irlandesa U2 se convirtió en una megaestrella de la escena internacional. Su música trajo nuevas maneras de tocar el rock; las letras de sus canciones mostraban esperanza, pero también mucha tristeza y frustración propias de un entorno incierto y conflictuado. Efectivamente, en Irlanda los jóvenes emigraban, el desempleo era alto y el futuro parecía gris, tal como lo cantaba Bono. No era para menos; era uno de los países más pobres de Europa.
En 1990, su PBI per cápita era de “solo” US$29,594, equivalente al 89% del promedio de los países miembros de la Organization for Economic Co-operation and Development (OECD) (ver cuadro abajo). Pero, en un plazo de dos décadas, pasó a ser conocido como el “tigre celta”. Su éxito económico ha sido tal que para fines de 2024 su PBI per cápita se había incrementado a US$115,337, equivalente al 216% (!) del promedio de la OECD.
Claro, haber crecido a una tasa anual de 5.4% en el periodo 1990-2024, le permite mostrar estos sorprendentes números. En el mismo periodo, Perú creció a una tasa anual de solo 3.5%. Son casi 2 puntos por año de diferencia, a lo largo de 35 años, que han hecho un mundo de diferencia.
¿Y cómo lo hizo?
En artículos anteriores hemos visitado estos puntos; parece casi una receta para lograr el éxito como país:
i) Compromiso por la educación de calidad, especialmente la educación superior. Esto fue clave en el milagro económico irlandés. Se aseguraron de que su fuerza laboral estuviera preparada para las demandas de una economía abierta al mundo. Así, cuando se dieron las circunstancias, el país pudo ofrecer técnicos y profesionales altamente capacitados para trabajar en las empresas que se establecieron allí. Hoy este esfuerzo continúa y lo vemos también a nivel de colegios; los resultados de las pruebas PISA 2022 muestran que los estudiantes de Irlanda ocuparon el puesto 11 en las pruebas de evaluación del rendimiento tanto en matemáticas como en ciencias y el puesto 2 en la comprensión lectora sobre un total de 81 países evaluados. El Perú figuró entre el puesto 55 y 59 para las mismas pruebas.
ii) Abrió su economía a la inversión extranjera ofreciendo bajas tasas de impuestos y reglas claras para atraer empresas, especialmente de los sectores tecnológicos y farmacéuticos. Empresas como Apple, Amazon, Airbnb, TripAdvisor, Facebook, Google y LinkedIn, entre muchas otras, establecieron sus operaciones europeas en Dublín. Se ubicaron en la zona denominada Silicon Docks, equivalente al Silicon Valley de California. Adicionalmente, empresas farmacéuticas tales como Pfizer y Johnson & Johnson abrieron fábricas importantes en el país.
Ambos sectores han generado miles de empleos, contribuyendo significativamente al PBI del país.
iii) Ingresaron a la Unión Europea (1973), con lo que accedieron a ingentes fondos para desarrollar su infraestructura y a un mercado que actualmente es de 450 millones de personas. Según el Banco Mundial, las exportaciones de bienes y servicios (a dólares de 2015) se incrementaron de US$6,730 millones (1970) a US$785,381 millones (2024). El país pasó de exportar gente a exportar productos y tecnología.
Con estos números y hechos, se podría decir que San Patricio, patrón de Irlanda, escuchó las plegarias de sus devotos. Con esfuerzo y sensatez, los irlandeses lograron un milagro económico.
Los riesgos del caso irlandés
Pero, con el tiempo, el país mostró otra cara. Irlanda se convirtió en el gran centro mundial donde las multinacionales —sobre todo de Estados Unidos— abrieron filiales para ubicar sus utilidades y pagar menos impuestos, al amparo de las bajas tasas existentes.
Por esto, The Economist la bautizó como la “Arabia Saudita de las utilidades”: así como Arabia vive del petróleo, Irlanda vive de los ingresos fiscales que pagan las empresas que se instalan allí, buscando, entre otros, minimizar el pago de sus impuestos.
Esto ha traído consecuencias económicas importantes:
i) Se dan distorsiones en el cálculo de la actividad económica (PBI) del país. Así, por ejemplo, algunas empresas multinacionales trasladan sus utilidades declaradas a su filial en Irlanda con el objetivo de pagar menos impuestos, generando las distorsiones mencionadas. Por esto muchos prefieren tomar como referencia el ingreso nacional bruto (mide producto de agentes económicos irlandeses dentro y fuera del país) en vez del producto bruto interno (mide producto de agentes económicos establecidos en el país). Es un tema relevante para el caso de Irlanda, pero el análisis adicional lo dejo para otro artículo por limitaciones de espacio.
ii) Existe una alta concentración de sus ingresos tributarios en pocos contribuyentes: según la OECD, aproximadamente el 55% del impuesto pagado por las empresas está concentrado en los 10 principales grupos económicos del país.
iii) La economía real depende demasiado de factores externos tales como la política fiscal de EE.UU. y las reglas globales de impuestos.
¿Qué nos dice esto al Perú?
La lección es clara: no basta con crecer rápido, hay que crecer sostenidamente en el tiempo.
Invertir en educación de calidad y abrirse al mundo fue clave para Irlanda, y debería serlo también para nosotros.
El Perú necesita seguir diversificando su economía, ampliar la base tributaria y planificar la infraestructura.
Irlanda es una historia de éxito, pero también una advertencia. Pasó de pobre a rico, de modelo admirado a centro de controversia.
Para Perú, el mensaje es claro; trabajar por brindar una educación de calidad, mantener la estabilidad económica, continuar abriendo la economía al comercio exterior y a la inversión extranjera son elementos esenciales en nuestra búsqueda del desarrollo. Aprendamos de otros países. Como dice la canción de U2: “We need new dreams tonight”.