PARA PREVENIR UN REBROTE DEl VIRUS
Expreso, 25 de julio de 2020
Entrevista a Jaime de Althaus
Por Aaron Salomón
El principal error del Gobierno fue prescindir del empresariado para enfrentar la pandemia y reactivar la economía, sostiene el periodista.
-Quisiera, Jaime, comenzar conversando parte por parte de lo que ha declarado Pedro Cateriano. Él ha dicho que sus principales retos son tres: enfrentar la pandemia, reactivar la economía y promover unas elecciones libres y democráticas. Sobre la pandemia, ¿cómo crees que se ha desempeñado el Gobierno? Parece no haber sido el mejor desempeño, por decir lo menos.
Yo creo que el Gobierno cometió varios errores, pero los principales tienen que ver con haber prescindido del sector privado para el diseño y ejecución de la estrategia sanitaria, y para el diseño también del cierre y reapertura de la economía. Las compras de pruebas moleculares, por ejemplo, las hubieran podido hacer laboratorios privados, pero el Estado se reservó esa labor solamente para sí mismo y lo hizo pésimo. La distribución de alimentos se trató de hacer a través de los gobiernos locales con los resultados que conocemos, en lugar de usar la logística privada. Son, por lo menos, cuatro o cinco intervenciones que se pudo hacer con el sector privado para tener éxito, pero no se hizo. Lo que tiene que hacer Cateriano ahora es conformar una suerte de ‘Comando Público-Privado’ tanto para prevenir un rebrote de la pandemia, que ya está empezando a ocurrir, y también para la recuperación de la economía.
-Claro, porque lo que se ha hecho hasta ahora es amenazar a las clínicas privadas con expropiarlas cuando solo manejan el 5 % del sistema de salud; se desdeñó el apoyo que podría brindar la CONFIEP con la compra de ventiladores; y, recientemente, Southern no pudo entregar los 20 mil litros de oxígeno en Arequipa por temas burocráticos. Hubo un tema ideológico, que buscaba dejar al sector empresarial como el ‘demonio’.
Se ha desatado, en general, una ofensiva muy fuerte contra la empresa privada y la gran empresa privada en particular, acusándola de lucrar con la pandemia. El peligro de esto es que comience a escalar la idea de que el libre mercado es esencialmente abusivo, cuando, en realidad, garantiza que haya abastecimiento de los productos y que estos se den, si es que hay libre competencia, al mejor precio posible.
-Sobre la reactivación economía, el Gobierno creyó que, después de apagar toda la economía como con un interruptor, se iba a prender automáticamente y así no funcionan las cosas. ¿Qué crees que se hizo mal? ¿No se debió aplicar una cuarentena tan estricta? Recordemos que el sector minero se paralizó.
Somos el único país minero que cerró la minería en un 80 % o 90 %. La minería es la actividad ideal para hacer cuarentena para que haya menos contagios; hay condiciones para controlar la explosión de los contagios. También aquí hubo falta de coordinación con el sector privado. El sector privado le pudo decir al Gobierno que en la minería sí hay condiciones para trabajar con menos contagios. Lo mismo que las grandes obras de infraestructura, por ejemplo. Otros países, como Colombia, no paralizaron las grandes obras públicas, porque estas obras, como una carretera o un puente, están fuera de las poblaciones en lugares aislados y los trabajadores están en campamentos que son controlables. No tuvo sentido paralizarlas.
-Algunas personas dicen, por ejemplo, que ‘nos han tenido encerrados más de 100 días y no han arreglado ni las pistas’. Si se hubiera invertido en algo simple como reparar las pistas, no se hubiera detenido la economía. Digamos, si, durante la cuarentena, hubiéramos aplicado un modelo keynesiano -que, precisamente, el Gobierno quiere aplicar ahora- estaríamos mejor.
Claro, con políticas adecuadas se hubiera aprovechado no solo para arreglar las pistas, sino los colegios. Muchos de ellos tienen una infraestructura en muy mal estado y carecen de agua o de baños. Se hubiera podido aprovechar para arreglar esas cosas.
Ahora bien, estas pequeñas obras hay que hacerlas, pero el plan que ha anunciado el Gobierno, que se llama Arranca Perú, para generar un millón de empleos con obras de mantenimiento está bien, pero estamos hablando de un millón de empleos y los bonos deben llegar a más de 7 millones de hogares pagando lo mismo. Entonces, el bono es mucho más efectivo que estas pequeñas obras para dar empleo temporal. Deberían preocuparse del tema del bono que debería ser mucho más sencillo de hacer. Estas obras, además, se van a ejecutar a través de gobiernos locales, y ya tenemos la experiencia de lo que pasa con los gobiernos locales en el tema de las canastas: hay problemas de ejecución y corrupción, pero insistimos en la misma fórmula.
-Hay sectores de izquierda que cuestionan que los principales créditos de Reactiva Perú se los lleven las grandes empresas, pero son las grandes empresas las que generan mayor empleo.
Eso ya lo aclaró Julio Velarde (presidente del BCR) en una presentación que hizo. Una proporción relativamente mayor ha ido a la micro y pequeña empresa en comparación a la proporción de ventas. (…) O sea, recibieron un monto total de créditos superior a sus ventas. Esa acusación es falsa.
-Vamos con el otro objetivo que ha mencionado Cateriano: elecciones libres y democráticas. Para tal fin, es necesario una reforma política, y tú has mencionado que las elecciones parlamentarias deben darse en la segunda vuelta para que no haya una confrontación entre un Parlamento que quiere gobernar, como Fuerza Popular en el 2016, y un Ejecutivo que se vea “obstruido”.
Ese es un escenario que hay que evitar, pero también hay que evitar el escenario actual; es decir, un Congreso hiperfragmentado sin que el Gobierno tenga una bancada dominante que le permita gobernar. El próximo Gobierno va a tener que reconstruir el país y no puede sufrir los problemas de gobernabilidad con el Congreso que tiene este, porque no va a poder abordar bien la tarea. Necesita tener mayoría en el Congreso, como ocurre en todos los regímenes parlamentarios, en donde por definición el Ejecutivo tiene mayoría en el Congreso, porque nace de ahí. No estamos en un régimen de este tipo, pero lo natural es que el Ejecutivo tenga mayoría en el Congreso y no tenga una oposición o un Congreso inmanejable con el que es muy difícil llegar a acuerdos, que es lo que ocurre con este Congreso que es tremendamente populista.
Lamentablemente, se están gestando todas las condiciones para que eso se repita, porque vamos a tener decenas de candidaturas presidenciales y congresales. Hay 24 partidos y, si se terminan inscribiendo los partidos nuevos, podemos tener 30 o 40 candidatos presidenciales y listas congresales, lo que es una locura, porque, mientras mayor es el número de candidatos, más se potencia la competencia populista. (…) Más aún si se mantiene el voto preferencial. La única solución para reducir el número de bancadas en el próximo Congreso y permitir que el presidente tenga mayoría absoluta o mayoría relativa para poder gobernar es elegir al Congreso junto a la segunda vuelta. Es una de las reformas planteadas por la comisión Tuesta, pero ha sido enviada al olvido. Esto es fundamental a mi juicio.
-Recordando experiencias anteriores, siendo la más cercana la de Alberto Fujimori, cuando un Ejecutivo ha tenido un Congreso opositor se presentan golpes de Estado, por ejemplo.
Esa es la lección que tenemos que haber aprendido. Cada vez que ocurre este fenómeno en el que hay una mayoría contraria en el Congreso al Ejecutivo, ese Gobierno no termina por alguna u otra razón. Ya vimos lo que pasó con Pedro Pablo Kuczynski; antes pasó con Alberto Fujimori en el año 1992, que disolvió el Congreso inconstitucionalmente; eso ocurrió con Fernando Belaunde en el año 1968; ocurrió con Bustamante y Rivero en el año 1948, donde Odría dio un golpe de Estado; ocurrió con Billinghurst. Cada vez que se ha configurado esta estructura de confrontación entre los dos poderes no terminan los gobiernos. Tenemos que haber aprendido de la historia.
-¿Es necesario un Senado para evitar que se aprueben normas inconstitucionales? ¿Evitaría que en el Congreso hagan un forado en la Constitución, como con la aprobación de que se suspendan los peajes; la promoción del retiro de los aportes de la ONP, como si fuera un fondo individual; o el 6 % del PBI para la educación, como si tuvieran iniciativa de gasto los congresistas? Los congresistas se zurran en la segunda votación.
De hecho necesitamos una bicameralidad, porque es fundamental para asegurar la gobernabilidad y para que haya un control interno en el propio Congreso. El Senado, evidentemente, revisaría esas leyes que son muy populistas y sin duda no las pasaría o moderaría. Y otra reforma que ha sido planteada por la Comisión de Alto Nivel es que el Congreso tenga que insistir en una ley, que ha sido observada por el Ejecutivo, con dos tercios de los votos y no con la mitad como lo es ahora. Al ser con la mitad, el presidente carece de poder de veto.
-También se tendría que eliminar la no reelección, porque el siguiente Congreso va a estar lleno de candidatos de tercer orden.
Eso es increíble, un problema que tenemos es que, pese a la decisión del Gobierno de lanzar una reforma política, la institucionalidad política se ha deteriorado en los dos últimos años. Y el elemento principal del deterioro es la no reelección. Esto ya comenzó a deteriorarse con la no reelección de alcaldes y gobernadores, lo que es un absurdo, y, en lugar de revocar eso, se insistió con la no reelección de los congresistas. Nunca vamos a tener una clase política consolidada, esto atenta contra la consolidación misma de los partidos políticos. Entraña una degradación creciente del Congreso, porque los congresistas que vamos a elegir en año el 2021 van a pertenecer a la tercera fila de los partidos políticos, porque no se van a poder presentar los congresistas del Congreso disuelto ni los actuales. Si ya conocemos el nivel de los congresistas actuales, ya podemos imaginar el nivel de los que van a entrar en el 2021. Esa reforma constitucional es un sabotaje a la democracia.
«Este Congreso es bastante peor que el anterior»
-¿El Congreso anterior te parece menos malo?
El Congreso anterior era belicoso, agresivo, vocinglero y obstruccionista de manera focalizada, principalmente en el tema de la educación. Se oponía a todo lo que llamaban ideología de género, eran muy religiosos-conservadores en ese tema, y trataban de boicotear la reforma universitaria. Pero nunca aprobaron leyes que socavaran la economía de mercado, el crecimiento económico del país, las bases mismas del modelo, que es lo que este Congreso sí está haciendo, a veces consciente e ideológicamente, o a veces por puro populismo o clientelismo. O sea, este Congreso es menos vocinglero, altisonante, agresivo, pero mucho más letal, mucho más peligroso para la economía nacional, para el crecimiento, para la inversión futura. Entonces, en el balance, este es un Congreso bastante peor que el anterior.
Y hay que decir también que, si un presidente disuelve el Congreso, es para buscar un nuevo Congreso en el cual tenga mayoría y pueda gobernar. Aquí el presidente disolvió el Congreso por populismo político y, en lugar de buscar una mayoría propia o llegar a algún acuerdo con los partidos que se presentaban, hizo gala de neutralidad y el resultado es el que tenemos.
-Precisamente, Cateriano, antes de ser premier criticó también que el Ejecutivo no tenga representación parlamentaria, y ahora ha dicho que, ante este problema, los ministros van a tener que acudir más al Parlamento. ¿Es la solución?
Bueno, es lo único que queda, que los ministros estén mucho más presentes en las comisiones para convencer a los congresistas de los problemas que generan. El propio Cateriano también tiene que ejercer una labor de persuasión. Pero aquí nos tropezamos nuevamente con el mismo problema: son 9 bancadas, entonces Cateriano tiene que reunirse primero con los partidos; es decir, con los presidentes y dirigentes de los partidos que no están en el Congreso. Esa es otra deficiencia. Los candidatos presidenciales de los partidos deberían ser candidatos también al Congreso. Eso convierte al Congreso en un foro político de verdad, donde están los verdaderos líderes de los partidos y pueden hablar, consertar, discutir, pero acá están fuera del Congreso.
«Ha sido correcta la designación de Pedro Cateriano»
-Volviendo al inicio, mencionaste que era necesario formar un ‘Comando Público-Privado’ para enfrentar la pandemia y reactivar la economía, ¿quiénes podrían integrar este grupo?
Podría estar Roque Benavides, Miguel Vega Alvear, podría estar ahí también Ricardo Márquez, de la Sociedad Nacional de Industrias, María Isabel León, de la CONFIEP, representantes de los gremios y de algunas grandes empresas. Fernando Cillóniz podría perfectamente estar también ahí.
Dicho sea de paso, hay que decir también que el sector privado no ha dado la talla todavía en la presentación de ideas para un plan de recuperación económica. Es algo que tienen la capacidad de hacer, porque los grandes grupos empresariales y muchas empresas importantes están en muchos sectores de la economía.
-¿Y crees que Cateriano, quien ya ha manifestado que el sector privado es el generador de riqueza, puede incentivar a que se forme este grupo y liderarlo?
Yo creo que tiene la capacidad de hacerlo, pero me sorprende que hasta ahora no lo haya anunciado, quizás lo anuncie cuando se presente ante el Congreso, no lo sé. Cateriano tiene esa posibilidad de formar este ‘Comando Público-Privado’ y debería hacerlo.
-Porque él no es de izquierda, es más un vargasllosista, un liberal. Es antifujimorista, antiaprista, pero no es de izquierda…
Es un liberal orgánico, formó parte del Movimiento Libertad, muy amigo de Mario Vargas Llosa y otros liberales que hay en el país. Ojalá que no se haya olvidado de ese liberalismo económico.
-Entonces, ¿crees que ha sido correcta la designación de Pedro Cateriano como premier en este contexto o te hubiera gustado otro nombre?
Yo creo que sí ha sido buena, yo pensaba en otras personas eventualmente, porque yo siempre había descartado a Cateriano en la época en que el fujimorismo tenía fuerza en el Congreso. Cada vez que había una crisis se hablaba de Cateriano como premier, pero yo decía que eso era incentivar aun más el conflicto. Pero en la medida en que el aprismo y fujimorismo están muy disminuidos, ese antifujimorismo y antiaprismo viscerales que tiene Cateriano, casi patológicos diría yo, hace menos daño porque el Apra ni siquiera está en el Congreso y el fujimorismo no es una fuerza importante. Entonces, no es relevante este ‘antifujiaprismo’ de Cateriano en este momento. Tiene ideas claras en lo económico y entonces yo creo que puede ayudar en estas circunstancias.