Por: Arturo Woodman
Expreso, 13 de julio de 2021
A raíz de mi operación de rodilla me vi obligado a permanecer unos días en la clínica y en mi departamento, dándome la oportunidad de apreciar los ajustados resultados de las elecciones presidenciales, con una serie de irregularidades presentadas en la emisión y conteo de votos, que a la fecha no permite al JNE declarar al ganador.
Los fuertes enfrentamientos entre las agrupaciones políticas, la débil y criticable actitud del JNE y en especial las diametrales diferencias de los programas de gobierno propuestos por los candidatos, nos han llevado a una lamentable división del país.
Los planteamientos de Keiko son democráticos, en libertad, con una economía social de mercado, apoyando las inversiones generadoras de trabajo y disminución de la pobreza. Castillo, por su lado, en medio de la pandemia y la recuperación, pretende paralizar el país cambiando la Constitución, para que el Estado sea el único rector y propietario, expropiando las principales actividades productivas (minería, pesca, etc.) tal como lo expresa el Ideario y Programa de Cerrón, adoptando el Comunismo Marxista.
De no encontrarse un camino de unión, el futuro del Perú dividido y enfrentado será negativo, se incrementará el caos, la pobreza y el desorden que ya se aprecia en todas las entidades del Estado.
En muchos países del mundo, estos enfrentamientos siempre se han presentado, promoviendo igualdad de oportunidades; entre otros: Gandhi en la India, la Revolución Francesa, Lenin en Rusia y uno interesante de mencionar es lo ocurrido en Sudáfrica, cuando sus colonizadores europeos convirtieron a este país en próspero, pero sin respetar los derechos humanos de millones de afrodescendientes, imponiendo en 1948 el “apartheid”, oficializándose la pérdida de libertad y derecho al voto, la segregación de sus nativos considerándolos como “bantustanes”, viviendo en zonas separadas, con pocos servicios públicos y prohibidos de usar los mismos baños, transportes, playas, etc.
En estas condiciones infrahumanas, surgió como líder el abogado Nelson Mandela, iniciando protestas pacíficas y luego armadas, siendo sentenciado a cadena perpetua en 1963 en la prisión de Isla Robben, liberado después de 27 años por la presión mundial en el gobierno de Frederick de Klerk y juntos en 1991 abolieron el apartheid, recibiendo ambos el Premio Nobel de la Paz en 1993.
Mandela asume la Presidencia de Sudáfrica en 1994 y gobierna dejando de lado venganzas y odios por el bien de su país, promoviendo un “Gobierno de Unión” al lado de su vicepresidente Frederick de Klerk y convocando al anterior ministro de Economía, Roelf Meyer. Siendo su principal legado, las mejoras de las condiciones de trabajo, salud, vivienda y educación para los nativos, respetando además las inversiones, entre ellas su minería (piedras preciosas y oro), impulsando las nuevas, logrando un país hacia adelante, en libertad, paz y democracia. Organiza y logran ganar su primer Campeonato Mundial de Rugby, con participación de jugadores de color y termina su mandato en 1999.
Finalmente, cualquiera que sea la decisión del JNE, esperemos que el próximo Presidente gobierne en unión, democracia, promoviendo las inversiones y evitando el comunismo criollo y revanchista, que solo traerá pobreza y caos.