Amador Chambilla
Perú21, 22 de noviembre del 2024
En los últimos días, se han escuchado críticas severas hacia la donación de trenes de pasajeros de Caltrain a la Municipalidad de Lima. Algunos los han calificado de “chatarra” y han argumentado que la ciudad debería contar con trenes de alto rendimiento, como los que operan en países desarrollados. Sin embargo, esta situación merece un análisis más equilibrado.
Estos trenes todavía están en uso en Estados Unidos y serán reemplazados como parte del proyecto de electrificación de Caltrain, que contempla la incorporación de unidades más sostenibles. Este cambio ha requerido una inversión significativa en infraestructura especializada. Si nos donaran los nuevos trenes eléctricos, no podrían operar en el Perú debido a la falta de la infraestructura necesaria para soportarlos. Bajo esta perspectiva, los trenes donados representan una solución viable y concreta para mejorar el transporte en Lima.
La implementación de estos trenes beneficiará de manera directa a miles de limeños que residen en el cono este. Actualmente, un viaje desde Chosica hasta el centro de Lima puede tomar más de dos horas en medio de un tráfico caótico e inseguro. Con la llegada de los trenes, este trayecto se reducirá a menos de una hora, brindando un transporte más rápido, seguro y cómodo. Además de optimizar el tiempo de viaje, este proyecto contribuirá significativamente a descongestionar la saturada Carretera Central.
Sin embargo, es crucial no perder de vista el futuro. Lima debe aspirar a contar con un sistema ferroviario moderno, con trenes de alta velocidad y tecnología avanzada. Este tipo de desarrollo requiere la construcción de vías exclusivas y cercadas que garanticen la seguridad, eliminando riesgos de colisión con peatones, vehículos o animales. Lograr esta meta demanda una planificación sostenida y una visión a largo plazo, retos que aún están pendientes.
La decisión de la Municipalidad de Lima refleja pragmatismo. Con una inversión moderada, se está abordando un problema crítico que afecta a miles de ciudadanos. Si se analiza el costo por pasajero transportado, probablemente este proyecto sea una solución eficiente y razonable en el corto y mediano plazo.
Como en cualquier iniciativa de este tipo, las críticas no faltarán, pero es fundamental reconocer que construir soluciones requiere determinación y compromiso. Es fácil no hacer nada para evitar errores o cuestionamientos, pero quienes toman decisiones y actúan asumen los riesgos necesarios para cambiar realidades. Enfrentar desafíos es mejor que perpetuar la inacción.
Si los planes se ejecutan según lo previsto, para fines de 2025 Lima podría ver avances importantes en infraestructura y transporte, como la extensión de la autopista Ramiro Prialé hasta Ñaña, la conexión de la vía expresa Luis Bedoya Reyes con la Panamericana Sur, y el tren de pasajeros que unirá Ricardo Palma con Desamparados. Hace unos años, estas propuestas habrían parecido promesas electorales poco realistas. Hoy están más cerca de hacerse realidad, y eso merece nuestro apoyo y reconocimiento. Dejemos de criticar por criticar y celebremos los pasos hacia adelante.