Alonso Rey Bustamante
Perú21, 27 de junio del 2025
«El Estado peruano insiste en botar dinero en un barril sin fondo como Petroperú».
Vivimos en tiempos de marcada inestabilidad internacional. Las tensiones geopolíticas —desde el conflicto en Medio Oriente hasta las crecientes fricciones entre las principales potencias— elevan los precios del petróleo, generan presiones inflacionarias y reducen la confianza global. En el Perú, ese entorno se traduce en encarecimiento del combustible, posible alza de tasas de interés, encarecimiento del crédito y menor dinamismo del consumo.
Durante el conflicto en Ucrania, la inflación en Perú superó el 11% en rubros clave, como alimentos, vivienda y energía, según cifras del INEI. Este aumento, impulsado por el encarecimiento del petróleo, los fertilizantes y los granos, generó malestar social y presiones económicas que tuvieron efectos concretos en los bolsillos de las familias. Hoy, aunque los factores son distintos, las señales de alerta se repiten.
Y, sin embargo, ante ese escenario, el Estado peruano insiste en botar dinero en un barril sin fondo como Petroperú. En lugar de garantizar seguridad energética, esta empresa estatal ha sido sinónimo de sobrecostos, mala gestión y multimillonarios rescates con dinero público. ¿Qué sentido tiene hablar de competitividad mientras seguimos financiando a un elefante blanco incapaz de operar con un mínimo de eficiencia?
Frente a una tormenta externa, no podemos reaccionar con mezquindad interna ni dejar de hacer lo que se debe hacer. Si el petróleo sube y las tasas globales ascienden, el Gobierno debe acelerar un shock desregulatorio que fortalezca un entorno competitivo, atractivo para la inversión y resiliente ante choques globales. Simplificar trámites, digitalizar permisos, eliminar procedimientos innecesarios: no son gestos técnicos, son actos urgentes. Eliminar feriados innecesarios que solo perjudican la productividad.
Perú cuenta con miles de procedimientos administrativos que afectan la actividad empresarial y generan más informalidad. Muchos de ellos son redundantes, costosos o absurdos. Revisarlos y eliminarlos no solo significa ganar eficiencia, sino también brindar capacidad real de reacción económica. Cada barrera que se cae hoy es un impulso directo para exportadores, mipymes y nuevos emprendimientos.
En pocas palabras: el Perú debe moverse rápido. Frente a un mundo incierto, quedarse atrás ya no es una opción. Liberar el potencial productivo nacional y blindar nuestra economía no es una aspiración, es una necesidad.