Aldo Mariátegui
Perú21, 31 de octubre del 2025
“El canciller Hugo de Zela ha cometido un error (y peor aún, una estupidez) al no ratificar al embajador político J.L. Sardón en la OEA…”.
-Decepcionante el candidato Carlos Álvarez. Cayó en la demagogia más ramplona para correrse de asistir a la CADE. Y días después sostuvo que había que seguir apostando por ese desastre descomunal llamado Petroperú… ¿Al sentido común y el saber cómo usar una calculadora los llama “anarcocapitalista”? Tras el velasquistoide “pepecista” Chiabra, el comediante es otro candidato más que se desinfla por jugar al zurdo. Como también el alcalde distrital Allison, antaño visitante palaciego de Pedro Castillo y hogaño también defensor de la fatídica Reforma Agraria de Velasco.
-El canciller Hugo de Zela ha cometido un error (y peor aún, una estupidez) al no ratificar al embajador político J.L. Sardón en la OEA, desde donde este le estaba dando la batalla in situ a la caviarada oenegera en su mayor fuente de poder para ejercer el lawfare: la Corte IDH. Si bien De Zela no la terminó de embarrar y mantuvo a Hakansson en San José para controlar a la Comisión IDH, es absurdo solo controlar el menor frente de San José (Comisión) con Hakansson mientras se abandona al punto de conflicto más importante (la Corte). Sardón tiene un sólido bagaje jurídico detrás (integró el TC), había armado contactos y ya estaba familiarizado con todo el tejemaneje allá, por eso es tan absurdo relevarlo, más aún en las postrimerías del gobierno. ¿Y el premier Álvarez, otro tribuno del TC muy afín otrora ideológicamente y profesionalmente a Sardón, tiene alguna opinión al respecto? ¿De Zela pesa más que él?
-Tal como se observa cómo ha cambiado la guerra desde la invasión de Ucrania, suena muy del anterior siglo XX ponerse a gastar la millonada de US$3,500 millones en jets cuando lo que más se están usando son los baratos drones, además de misiles y artillería. No soy un experto para nada, pero huele a despilfarro.
-Lamento el fallecimiento del historiador Héctor López Martínez (90 años), al que conocí hace muchas lunas atrás en El Comercio. La palabra “caballero” es la que mejor lo describía. RIP.






