Dos libros para entender la naturaleza del problema
Jaime de Althaus
Para Lampadia
Empieza a haber producción bibliográfica interesante para entender a la criminalidad organizada en el Perú.
Se acaba de publicar el libro “El Tren de Aragua y el crimen organizado en América Latina, de José Luis Pérez Guadalupe, Lucía Nuñovero Cisneros y Guillermo Coronado Sialer.
Describe el nacimiento, crecimiento, así como la naturaleza, estructura y la cultura de las grandes organizaciones criminales transnacionales de
México (los carteles),
Colombia (carteles de Medellín y Cali, ELN, FARC, Clan del Golfo, etc. )
y Brasil (el Comando Vermelho y el Primer Comando de la Capital).
Y también, por ejemplo, Los Lobos en Ecuador.
Pero el libro está principalmente dedicado al Tren de Aragua (TdA).
Explica cómo nace en la cárcel de Tocorón, en Venezuela, luego de que este penal se hacinara, masificara y los presos tomaran el control.
Y cómo allí construye una “gobernanza” -un sistema de jerarquías, normas (incluso normas morales como no violar -el Pran Niño Guerrero es evangélico-), castigos, impuestos (causas o vacunas), solución de conflictos, protección, fiestas y servicios de diverso tipo. Gobernanza que luego exporta a las calles, primero a la ciudad de San Vicente, vecina de la cárcel, y luego a otros territorios, adaptándose a las condiciones que en ellos se encuentran.
Como parte de esa gobernanza, los “pranes” (jefes) llegan a acuerdos con altos funcionarios del gobierno bolivariano en los territorios que controlan, e incluso reparten alimentos o bienes provistos por el Estado.
A diferencia de las organizaciones arriba mencionadas, dedicadas principalmente al narcotráfico, el Tren de Aragua tiene como negocio central las extorsiones (vacunas) y, según el territorio, actividades paralelas como la trata de blancas o la prostitución, el gota a gota y el sicariato. En Venezuela también controlaba ciertos puntos de tránsito de la droga y un enclave de minería ilegal de oro.
El Tren de Aragua se transnacionaliza a raíz de la profunda crisis económica en Venezuela ya desde el 2014 o antes, y luego a consecuencia de la creación por parte del gobierno, a partir del 2015, y con más fuerza desde el 2017, de unos comandos de aniquilación de los miembros de Tren de Aragua y otras organizaciones, a cargo de las Fuerzas Armadas Especiales (FAES).
El gobierno pasa de una alianza con el Tren de Aragua a su exterminio físico, como una manera de demostrar a la población mano dura con vistas a procesos electorales. Esto llevó a que muchos integrantes del TdA se escaparan de Venezuela junto con la migración masiva venezolana, organizando de paso el negocio de las migraciones en los puntos fronterizos.
El libro describe cómo el Tren de Aragua se implanta con más facilidad y menos resistencia en Perú y Chile, porque en estos países no había organizaciones criminales grandes que controlaran parte del territorio y les hicieran competencia como en México, Colombia, Brasil y Ecuador. En el Perú el TdA ha logrado establecer células importantes en barrios de Lima, Trujillo, Arequipa y otras ciudades, desplazando con métodos muy violentos a bandas locales del negocio del gota a gota y la prostitución, por ejemplo, y extendiendo la extorsión, que es su negocio central, a muchas regiones del país, sea directamente, sea mediante alianzas, sea contagiando esa cultura criminal a bandas locales. Sin embargo, no ha logrado establecer una gobernanza criminal al estilo de Venezuela, porque tiene relaciones de confrontación con el Estado y de atemorización con la población, usando el asesinato como medio de amedrentamiento.
Este libro se complementa con otro que ha sido publicado semanas atrás, de Julio Corcuera Portugal, titulado: “Extorsión, el negocio del miedo”, que explica que la extorsión se inicia en el Perú, en el norte, en Trujillo, a inicios de los 2000, mucho antes de la llegada del Tren de Aragua.
Ha crecido allí una organización criminal llamada Los Pulpos -y otras como La Jauría- que controla barrios enteros como El Porvenir ejerciendo allí una verdadera gobernanza criminal a la que se someten incluso autoridades del Estado y políticos que quieren hacer campañas electorales. Los Pulpos, que según Corcuera tendría unos 2000 integrantes, se han transnacionalizado incluso, pues se han extendido a Chile, donde tienen células que extorsionan a los peruanos migrantes y distribuyen drogas.
Para combatir al enemigo primero tenemos que conocerlo, decía Sun Tzu en “El Arte de la Guerra”. Estos dos libros contribuyen a ello.
Nos hacen ver la verdadera y enorme dimensión del problema de la criminalidad transnacional en América Latina y el Perú.
Un fenómeno que puede acabar con los estados republicanos llevándolos a la condición de estados fallidos. Tenemos que organizarnos. Lampadia