Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Desde la asunción de Donald Trump al poder, se ha generado una gran turbulencia en el comercio internacional, originada por las marchas y contramarchas arancelarias que USA viene imponiendo a la mayoría de países del mundo, con tratados de libre comercio (TLC) o sin ellos.
Esto que describimos y, que muchos consideran un manejo desquiciado, no es otra cosa que la exigencia legítima de reciprocidad de USA a todos los países con los que comercia, después de tantas décadas de inequidad (al menos así se planteó inicialmente).
Igualmente, debemos reconocer que a pesar de los TLC suscritos, muchos países, incluido el nuestro, han introducido una serie de barreras que no han permitido un comercio transparente.
Basta ver la publicación “Foreing Trade Barriers”, hecha por el gobierno americano, que describe en detalle, por país, cada una de las barreras o instrumentos utilizados para desequilibrar el comercio con USA. Esta publicación, incluye en tres páginas, el detalle de las pellejerías peruanas, que distorsionan lo acordado en el TLC.
Obviamente, lo del Perú es poco dentro del espectro global, por eso, los aranceles diferenciados por países, desde 10% base, hasta 65.5% a China. Mientras la mayoría reconoció implícitamente la falta de reciprocidad y buscaron negociar, China reaccionó con igual contundencia, aplicándoles aranceles recíprocos (hoy ya en 145% y pueden ir para más).
Trump no está negociando en base a una lógica económica, para optimizar mutuo beneficio, sino que, con estilo agresivo, pretende imponer. Cosa que no podrá con todos.
La UE ha comprendido el punto y está negociando arancel cero para productos industriales. A los países con TLC, nos toca cumplir el tratado y evitar “sacarles la vuelta”. Pero queda claro, que no somos el problema.
Trump, desde su primer gobierno, quiere atraer al ciudadano promedio del centro de USA, el menos educado y cuyas opciones de trabajo están en industria, agro, construcción y minería.
Lo que pareciera no haber asumido, es que ahora, toda la producción industrial se hace con equipos autónomos, robotizados, con mínima intervención humana de supervisión y control, altamente tecnificados. Así creció la industria China, por lo que, si alguien quiere competir con ellos, tendrá que ser en esos términos.
Por otro lado, Trump le ha impreso gran sentido de urgencia al desarrollo de proyectos mineros y al aumento inmediato de esa producción. Ha dispuesto que, en plazos perentorios de no más de 35 días:
- Se identifique y publique el listado de proyectos prioritarios, estableciendo el cronograma para la revisión expeditiva de sus permisos;
- Se emitan las recomendaciones a la presidencia y al congreso, para el manejo de material estéril, relaves y residuos de mina;
- Se priorice el uso de los terrenos superficiales con depósitos minerales y reservas;
- Se tenga disponibles las facilidades financieras, asistencia técnica, económica y de capital de trabajo;
- Se declare emergencia nacional, para eximir de ciertos requerimientos legales a los proyectos mineros, acelerar la producción y facilitar el uso de los recursos estratégicos necesarios;
- Se asegure que la producción minera adicional quede en USA.
Trump ha revuelto el avispero, en la esperanza de que, el comercio internacional americano, no sólo se concentre en tecnología y servicios, lo que beneficia a los ciudadanos más educados, de ambas costas. Él desea relanzar la industria y la logística de materiales, minería incluido. Esto obligará a mejorar su infraestructura carretera, ferrocarrilera, puentes, puertos y aeropuertos, activando la construcción. Esto reactivará sectores adormecidos por años y creará oportunidades de trabajo para su población objetivo, con reactivación económica.
Para esto requiere, (i) Reducir dramáticamente el déficit fiscal; (ii) Reducir burocracia y gasto improductivo; (iii) Reducir desvío de fondos a programas WOKE, gastos en seguridad social y pensiones fraudulentas, para; (iv) Canalizar recursos a mejora de infraestructura.
Al momento ya puede reportar ciertos logros:
- Haber constituido un equipo de trabajo, que preparó centenares de dispositivos legales, para ejecutar tan pronto como asumió el poder.
- Haber publicado, en detalle, las inequidades del comercio internacional americano (“Foreing Trade Barriers”), que originó la imposición de aranceles.
- Hacer que la mayoría de países adecuen su política arancelaria respecto a USA, excepto China. Para eso, buscará competir por calidad de producción “USA”.
- Las medidas inmediatas de gobierno, ya han reducido dramáticamente el déficit fiscal.
- Remeció las bolsas de valores, pero ya van restableciendo su valorización bursátil.
Trump con sus acciones de corto plazo, logrará ciertos éxitos para su “mercado objetivo” USA, para el mediano plazo. Dicho sea de paso, el Perú, guardando las distancias, debería tomar lecciones de cómo formar equipos de muy alto nivel, diseñar planes de acción y anticipar normativa, para implementarla tan pronto asuma un nuevo gobierno y ejecutar los proyectos.
Lo que no está mirando Trump, es que China, mientras tanto, está impulsando el internet 6G, de 100 GB/segundo y conexión vía láser espacial, atendido por 300 satélites en órbita, para previsiblemente en el 2027, cubrir el planeta sin cables ni torres y sin diferimiento en la comunicación.
Con eso, China controlará la información mundial y los procesos ejecutados en remoto, con lo que les sacará gran ventaja en el largo plazo.
Pareciera que Trump está haciendo un trabajo excelente para el siglo XX, pero, si no tiene un plan en tecnología y comunicaciones, perderá el siglo XXI. Lampadia