Que no ocurra lo mismo que el 2021
Jaime de Althaus
Para Lampadia
Ahora que se acercan las elecciones generales, es bueno recordar un fenómeno inusual que se dio en las elecciones del 2021 y que no ha tenido explicación hasta ahora, para evitar que se vuelva a producir en estas elecciones.
Se trata de lo siguiente: normalmente se presentan en las elecciones más actas observadas en las zonas rurales y en los pueblos y ciudades del interior, particularmente la sierra y la selva, que en las ciudades más grandes y en promedio más educadas de la costa, porque las actas suelen tener más errores materiales ahí donde el nivel educativo es menor.
Sin embargo, en las elecciones del 2021 ocurrió lo contrario: la mayor cantidad de actas observadas, mucho más que proporcionalmente, se dio principalmente en Lima, Piura y Trujillo y en el exterior (84%). Una hipótesis podía ser que los digitalizadores de la ONPE dejaron pasar actas erróneas en zonas rurales y del interior y más bien observaron con mucho rigor, en ocasiones con excesos, en las ciudades mencionadas. De haber sido esa la razón, ¿cómo se puede prevenir que ello ocurra en la elección del 2026?
Consulté el tema con Piero Corvetto, jefe de la ONPE, y su respuesta fue que el personal de la ONPE no observa las actas, sino que hay un reglamento de actas observadas que aprueba el JNE y “con ese reglamento programamos nuestro sistema de cómputo y al momento de digitar el sistema evidencia errores en el llenado. Esas actas observadas son resueltas por los JEE en de forma descentralizada”.
Pero entonces la pregunta subsistía: por qué en las zonas menos educadas hubo mucho menos actas observadas.
Su respuesta fue: “hay varias cosas que pueden incidir: capacitación [¿?]. El incentivo para miembros de mesa hizo que muchos se capacitaran en zonas menores ingresos. Y eso genera menos actas observadas… Mayor educación no necesariamente genera menor número de actas observadas si no se capacita”.
Puede ser, pero recordemos la constatación que se hizo de actas que fueron observadas por la ONPE y terminaron anuladas en las que había más votos que votantes, y en las que quienes no habían ido a votar aparecían como si hubiesen votado en blanco.
Esto ocurrió en las grandes ciudades mencionadas y el tema es que, en la suma de todas esas actas anuladas, Keiko Fujimori perdía 20 mil votos. Eso podía ser un error de quienes confeccionaron el acta, o podía ser un error deliberado para que el acta fuera anulada.
En el 2016 había ocurrido lo mismo con Kuczynski, pero se permitió contrastar con las listas de votantes de las mesas para ver cuántos habían firmado (y votado). Luego de ello las actas anuladas por esa razón terminaron validadas. Por eso el 2021 se pidió al JNE que autorizara también revisar el listado de los votantes para constatar cuantos habían firmado y cuantos no, pero esta vez el Jurado no permitió el acceso a las listas de votantes.
Según Corvetto, la manera de reducir el número de actas observadas en esta elección será: “más capacitación presencial (estábamos en pandemia y muchos no querían tener capacitaciones presenciales), más apoyo tecnológico (todo Lima y Callao), y voto digital. Asimismo, más apoyo de nuestro personal en mesa: un apoyo cada dos mesas por la dificultad de tener 5 elecciones en simultáneo. Veremos.
Ayudará a tener más confianza electoral el que en el 2026 los votos no serán destruidos sino conservados durante 90 días, tal como dispone la Ley Nº 32243 aprobada en enero de este año, lo que permitirá el recuento de votos si hay dudas respecto de si la confección del acta alteró la votación real.
Recordemos la cantidad de mesas en las que más de un 80% de quienes habían votado por un candidato de derecha en primera vuelta, aparecieron votando por Pedro Castillo en la segunda, algo muy poco probable.
O las mesas en las que Keiko Fujimori aparecía con cero votos pese a haber tenido alguna votación en la primera vuelta.
Esos casos solo se resuelven contrastando el acta con los votos efectivos.
El respeto al voto popular es sagrado en una democracia. Lampadia