Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
La izquierda envió otra vez más su mensaje, teñido de sangre: “si la izquierda no gobierna, agitaremos la calle y no importará cuantos jóvenes mueran o cuantos policías queden heridos”. Un mensaje extorsivo que llega envuelto como protesta social.
No es la primera vez que lo hace en la historia reciente. No será la última.
Lo hizo en diciembre del 22 cuando cayó Pedro Castillo, el ignorante golpista, incendió el país al verse fuera del poder y puso delante a mujeres y jóvenes.
Lo hizo antes, el 2020 para que salga Manuel Merino, sucesor constitucional legítimo de Vizcarra e ingrese Francisco Sagasti, el que pedía autógrafos a los emerretistas, poniendo al frente a Intis, Bryans y otros jóvenes.
Lo hace en Perú, lo hizo en Bolivia cuando Evo renunció al descubrirse su grosero fraude el 2019 y quisieron imponer otro relato.
Lo hizo en Chile también el 2019 para obligar a Piñeira a entregar la Constitución.
Lo hará siempre que pueda porque para ellos el poder nace del fusil y la violencia es la partera de la historia.
Que la izquierda nos notifique de este modo lo sabemos todos los que tenemos dos dedos de frente y
hemos visto al Sutep en los 70s pintar a maestros de amarillo por negarse a ir a la huelga y seguir trabajando,
que hemos visto a Sendero asesinar alcaldes y dirigentes comunales,
que hemos visto al MRTA secuestrar a empresarios y políticos.
Que no se den cuenta políticos, congresistas, comunicadores, analistas o generales, por su ignorancia de la historia política del país es otra cosa o responde a intereses de otro tipo.
El mensaje no va a venir en papel Membretado de los partidos de izquierda. Solo Sendero y el MRTA, cuando pasaron a la lucha armada, reivindicaban como mafias sus crímenes.
El mensaje, por ahora, buscará siempre otros membretes: indignados a quienes poner delante, jóvenes, supuestas generaciones inasibles y difíciles de identificar, madres, trabajadores estatales, campesinos, maestros o lo que la coyuntura permita.
En todo país siempre hay y habrá descontentos, afectados, frustrados, beligerantes, resentidos, ilusionados o cándidos a quienes movilizar.
Lo grave es no darse cuenta de esto. Lo cínico es saber que es así y buscarle excusa a la violencia en la indignación o descontento de aquellos a quienes ponen delante. Lo nauseabundo es saber que es así y buscar un recambio de poder para que se te recompense con pauta publicitaria, ministerios, cargos, presupuestos y consultorías. Eso es lo que más hiede de esta algarada: la carroña política que está buscando muertos para reacomodarse políticamente.
La violencia genera violencia. Quien la genera debe asumir las consecuencias, no la Policía que la debe contener y reprimir. No el policía que queda ciego, manco o lisiado por la agresión violenta de un energúmeno a quien le ordenan no disparar. Tampoco la policía agredida que la despojan de su moto, la tiran al piso y no puede defenderse porque su comando le ha impedido usar su arma de reglamento. Si uno de miles de policías se excedieron en el uso de su arma y su falta de fortaleza psicológica o sabe Dios que otra razón no le permitió el estoicismo que su comando exigía, seguramente deberá responder. Pero quienes deben responder por esta algarada son los que la azuzan. Ellos deben ser los primeros en pagar esta factura de sangre.
¿No tenían quienes azuzaron desde su micrófono un claro dominio de los hechos que iban a suceder?
¿No hay una clara responsabilidad mediata que los debería llevar a responder ante un tribunal?
¿Por la responsabilidad mediata de los hechos no deberían responder todos?
¿Será como siempre el policía raso el que pague los platos rotos y vaya preso?
¿Podremos combatir a la delincuencia destruyendo la moral policial al punto más bajo?
Si no advertimos de este mensaje, ya sabemos lo que ocurrirá el 2026.
Cuando Alanoca, Bermejo, Susel, Bellido, López Chau o Forsyth salgan derrotados por los votos de la mayoría de los peruanos que no quieren ni violencia ni caos, otro grupo de indignados o la generación X, Z o M será puesta nuevamente de carne de cañón para que “se vayan todos”.
Estamos notificamos. La violencia política ha regresado una vez más. Lampadia