Alejandro Deustua
Contexto.org
18 de agosto de 2025
Para Lampadia
Luego de casi dos décadas de autoritarismo y socialismo nativista en Bolivia una fortísima crisis económica y política ha empujado a sus ciudadanos a optar, este 17 de agosto, por quienes ofrecen un más sensato orden económico y una racional convivencia ciudadana.
En la segunda vuelta de octubre se definirá si esa aspiración es liderada por un representante de tendencia demócrata-cristiana (Rodrigo Paz) que ofrece “capitalismo para todos” o por un liberal (Jorge Quiroga) que promete un “cambio radical” hacia políticas de disciplina económica y de libre mercado.
Este parteaguas parece más orientado a la moderada restauración de un par de décadas de recuperación democrática y reforma liberal que despuntó en ese país entre los siglos XX y XXI que a una revolución que se deshace radicalmente del pasado inmediato.
En efecto, ambos candidatos parecen optar por la reconciliación ciudadana antes que por una confrontación con quienes, desde el 2006, llevaron a Bolivia por el sendero del “plurinacionalismo” indigenista que desconoció la realidad del mestizaje y pretendió la cancelación de cuatro siglos de historia mediante una “refundación” del Estado.
Es que, aunque la crisis económica y política haya desplazado a sus causantes, la efervescencia social que los representa es latente. Ninguno de los candidatos desea bloquear las reformas que ellos plantean atizando el avispero que todavía agita Evo Morales desde el Chapare cocalero.
Mucho menos regresa Bolivia a épocas en la que se alteró vertebral y militantemente la estructura y orientación de la sociedad y del estado como la que dispuso el MNR en 1952. Y tampoco a etapas de intensísima innovación liberal como la liderada por Sánchez de Lozada desde 1993.
Los candidatos Paz y Quiroga pretenden más bien estabilizar el país y recuperar el hilo de modernidad que la desmesura de Morales y del MAS cortaron para convertir a Bolivia en una fuerza fragmentadora en Suramérica basada en la eliminación del costo de “vivir bien” y en la doctrina de la “soberanía de los pueblos” (en lugar de estados), de su dimensión trasnacional (el RUNASUR ) y en su anclaje en Cuba y Venezuela al amparo del Foro de Sao Paulo.
Antes que confrontar frontalmente tales planteamientos (que, por peligrosos, deberían ser ostensiblemente neutralizados) el pragmatismo reformista de los candidatos se basa en la necesidad fundamental de “salvar a Bolivia” (Quiroga) y confrontar la crisis “multidimensional” que anuncia recesión prolongada, conflictividad social y desestabilización nacional (Paz).
Con reservas de apenas US$ 2.6 mil millones (5% del PBI), deuda pública de 95% del PBI, carencia de divisas para importaciones esenciales y un déficit fiscal de 8.8% (IPE), Bolivia puede estar al borde de la insolvencia. Y con una inflación de 25% en julio que anticipa una revisión de la proyección del FMI (15.8% en 2025) y una severísima contracción del ahorro y del consumo privados la sociedad boliviana no encuentra sosiego.
La prevención de ese desenlace requeriría, de momento, no extremar el ajuste de cuentas con quienes dilapidaron los altísimos ingresos por exportaciones de hidrocarburos, estatizaron para esterilizar la inversión privada y fabricaron, con subsidios ilimitados, la ilusión de bienestar imperecedero.
Si la estabilización económica tuviera ese costo para ambos candidatos, éstos plantean diferentes maneras de procurarla.
Quiroga entiende que su gobierno debe tener resultados en 100 días con los ajustes fiscales y monetarios del caso y la asistencia de organismos multilaterales.
Paz, en cambio, sostiene que no recurrirá al FMI ya que Bolivia tiene aún, según él, recursos para financiarse mediante la apertura económica aunque sí procuraría ayuda para establecer un fondo de estabilización cambiaria.
Al margen de ello, ninguno de los dos candidatos ha hecho propuestas oficiales de política exterior. Teniendo en cuenta el radicalismo ideológico y la propensión subversiva impuesta por Morales (y su canciller Choquehuanca) a la conducción externa, los vecinos de Bolivia esperan una mejor relación fundada en la cooperación y en una inserción regional que procure convergencias entre socios históricos.
Para el Perú ello implicaría mejorar sustancialmente la relación en el altiplano; la efectiva cooperación en la lucha contra el contrabando (especialmente del oro que daña a la economía peruana), el narcotráfico y el crimen organizado; repensar los términos de la integración subregional y fronteriza; y renovar la relación funcional (los temas de los gabinetes binacionales).
Los candidatos Paz y Quiroga deben agregar a su pretensión estabilizadora interna su contribución orientada a estabilizar y conciliar a la región en un contexto internacional que margina y entorpece la prosperidad suramericana. Lampadia