Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 18 de agosto de 2025
Para Lampadia
Lo vengo diciendo desde hace tiempo. El Estado – nuestro Estado – está lleno de plata. Por el lado fiscal, el año pasado, la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (SUNAT) recaudó más impuestos que nunca. Y de enero a julio 2025, la recaudación tributaria siguió en aumento: 12% más que el año pasado.
Por el aumento de precios de nuestros productos de exportación – cobre y oro, principalmente – la SUNAT logró la mayor recaudación de Impuesto a la Renta (IR), en toda su existencia.
Producto de ello, el Canon Minero alcanzó también otro récord histórico. Jamás las regiones y municipios del país recibirán tanto dinero de Canon Minero, como este 2025.
Por el lado monetario, el récord de exportaciones del año pasado (US$ 74,664 millones) y el superávit de la balanza comercial internacional 2024 (US$ 23,374 millones).
Más el incremento de las exportaciones del presente año, le permitieron al Banco Central de Reserva (BCR) acumular las más altas reservas internacionales de nuestra historia: US$ 87,761 millones al 31 de julio pasado… con tendencia al alza.
¡Ya quisieran muchos países tener la solidez macroeconómica del Perú! Realmente, notable… aunque algunos compatriotas negacionistas no lo quieran reconocer.
El problema está en el ámbito de la Sociedad Civil. A ese respecto, cabe preguntarnos: aparte de robar y malgastar la plata de los contribuyentes
¿Qué está haciendo el Gobierno con ese dinero?
¿Cómo están los microempresarios y los peruanos desempleados?
¿Cómo están las amas de casa y la juventud?
¿Cómo están los jubilados, los pobres?
En síntesis ¿cómo están los peruanos?
Bueno pues… mal. Muy mal.
El Pueblo peruano la está pasando mal.
Evidentemente, hay un contraste entre las finanzas públicas y las finanzas de la ciudadanía. Repito… el Estado está lleno de plata. Sin embargo, a pesar de ello – al revés de lo que debería suceder – mucha gente está sin trabajo. La pobreza sigue muy alta y la informalidad laboral también.
Pero lo que es peor, están creciendo el hambre y la delincuencia. Las extorsiones y el sicariato están fuera de control.
Claramente, el Estado – nuestro Estado – es un fracaso. El enorme esfuerzo contributivo de la ciudadanía – y las empresas – está siendo pésimamente correspondido por el Estado. Y no me refiero al ámbito macroeconómico, donde – como he mencionado – estamos bien. Me refiero a la gestión de los servicios públicos. Aquellos que el Estado está obligado a brindarnos de manera eficiente y oportuna:
Agua y desagüe, salud y educación, seguridad ciudadana, justicia, infraestructura…
¿Acaso no son paupérrimos – o inexistentes – los servicios que nos brinda el Estado en dichas materias?
Entonces… al pan, pan, y al vino, vino. Tal como lo he planteado repetidamente aquí en Lampadia; el dinero de los peruanos debe estar más en el mercado, y menos en el Estado. El Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) debe desaparecer… y para siempre. Las tasas del Impuesto Genera a las Ventas (IGV) e Impuesto a la Renta (IR) deben bajar. Nuestro dinero en manos del Estado, ya sabemos dónde termina: en los bolsillos de funcionarios y empresarios corruptos.
En esas circunstancias, el Congreso de la República – con el respaldo del Ministerio de Agricultura – acaba de aprobar una nueva versión de la Ley de Promoción Agraria, la cual establece que el Impuesto a la Renta (IR) de las empresas agrarias será del 15% (en vez del 30% que rige para las empresas de otros sectores).
Bueno pues – como era de esperar – los detractores de nuestra agricultura empresarial han saltado hasta el techo. La envidia los corroe. “Cómo es posible que el Estado subsidie a un puñado de empresarios millonarios” … dicen al unísono políticos, académicos, periodistas y demás, que no valoran – para nada – lo que los economistas llaman “externalidades positivas” de las agroexportaciones.
¿Cuáles son las “externalidades positivas” de nuestra agricultura empresarial? Mayores inversiones. Ergo, mayor generación de empleos formales. Pleno empleo… como en Ica. Mejores remuneraciones. Mejor calidad de empleos. Mayores aportes a EsSalud. Mayor tributación. Mayores exportaciones.
¿Qué más? Mejores condiciones de salud y educación para los migrantes de la Sierra, y sus familiares.
¿Qué más?
Mayor productividad y eficiencia. Innovación y creatividad. Mejora del mercado laboral (sobre todo para los trabajadores). Reducción de costos de transacción. Reducción de la pobreza. En resumen: crecimiento y desarrollo económico. ¡Cómo que el agro no genera progreso y bienestar!
Finalmente, vayamos a lo que quiero llegar:
¿Acaso el desempleo no es el mayor problema de los peruanos actualmente?
¿Acaso la inversión – principalmente privada – no es la mayor generadora de empleo formal?
Entonces ¿qué sentido tiene quitarle tanto dinero a la gente – y a las empresas – para dárselo al Estado?
¡Absurdo total!
Por ello, aplaudo la nueva versión de la Ley de Promoción Agraria recientemente aprobada por el Congreso de la República.
Sin embargo ¿no sería lógico disminuir las tasas de IR a las empresas de los demás sectores económicos, también? O – en todo caso – gravar los repartos de dividendos, en vez de las ganancias empresariales. En otras palabras, fomentar las inversiones – y reinversiones de utilidades – para generar empleos.
Insisto. El Estado está lleno de plata y – aparte de robar y contratar a familiares y amigos por las puras – no sabe qué hacer con tanto dinero. ¿No sería lógico disminuir las tasas de IR para que las empresas de todos los sectores inviertan más para generar más empleos formales en todos los sectores… no sólo en el agro?
Es hora de priorizar el empleo… no la recaudación. Lampadia