Jorge Chamot
Agosto 12, 2025
Para Lampadia
Si nos acordamos, hace tiempo el lema de moda era ¡Piensa! (“Think” en inglés, el idioma que lo impuso originalmente), después pasó a ¡Inventa! (“Invent”), y luego a ¡Innova! (“Innovate”), ahora innovar ya no es un lujo, es una necesidad. Quizás esta evolución se refleja en el campo de donde salían la mayoría de los CEO.
En la época de “Think” eran ingenieros,
En la de “Invent” especialistas en mercadotecnia,
“Innovate” los de finanzas.
Sin embargo, innovar podemos y debemos hacerlo todos, necesitamos imaginación, disciplina, conocimientos, ¿suerte?
Hoy en tiempos confusos y de los pininos de la Inteligencia Artificial, con la volatilidad y el proceso de cambio tan acelerado en el que vivimos, liderado por el mundo de las comunicaciones, quizás, y a pesar de haber demasiada información, quien sabe, es difícil innovar. Como hasta cierto punto estamos forzados a innovar, necesitamos de información verídica y transparente. Innovar es trabajar en los bordes, hacer modificaciones marginales, en nuestro caso es usar esa habilidad que tiene el peruano en aprovechar oportunidades que se le presentan inesperadamente.
La innovación y la inversión en Investigación y Desarrollo, pensando y actuando para el futuro, ya no es solamente prudente sino esencial. Mirar hacia adelante no solo se convierte en una necesidad circunstancial para crecer y desarrollar sino a lo mejor para sobrevivir, en el peor de los casos, y, en el mejor, mantener una inercia de aumento de bienestar.
Hoy, en el Perú, país de proyectos “en cartera”, quizás debemos revisar actitudes y procedimientos e “Innovar” en muchos aspectos.
Proyectos “Big Picture” que no avanzan, pues abundan, como los megaproyectos mineros, el tren bioceánico de Chancay ya sea a Bahía o a Santos, integración energética regional con gasoductos y alta transmisión eléctrica (lo que le sobra a uno, le falta al otro), ampliación y mejoramiento de redes eléctricas para albergar energías renovables, construcción de sistema de reservorios de agua en la Sierra para no desperdiciar agua que se va al mar, atender la interminable lista de necesidades de infraestructura, creación y promoción de grandes polos de desarrollo como Chancay y el tantas veces deseado de Bayóvar o de Ilo o de Matarani, etc., etc. Quizás la dificultad de sacarlos adelante se concentra en que no sabemos cómo mejorar nuestros sistemas.
¿No sabemos innovar? Estos proyectos claman por una decidida acción no solo del Estado sino de un coordinado apoyo de la sociedad civil y en especial, la empresarial.
El Estado además de tener la obligación constitucional de promover y facilitar la actividad económica, tiene autoridad y poder para hacer cumplir normas, no temporal sino permanentemente, y comencemos con el concepto de que la idea original del mismo fue por seguridad al individuo. Hoy nuestro Estado falla en este sentido, como también adolece en otros aspectos básicos de responsabilidad constitucional como garantizar un nivel, no idealista sino práctico, en los sectores de salud, educación, infraestructura y administración de justicia.
Nos sobran los recursos, solo tenemos que ordenar su uso y pensar cómo podemos optimizar su futura utilización, es decir, Innovar. Me permito repetir, La innovación y la inversión en Investigación y Desarrollo, pensando y actuando para el futuro, ya no es solamente prudente sino esencial. Habrá quienes estén en desacuerdo si mi propuesta es Innovación per se, pero igual la incluyo.
Mi propuesta:
1.- Esperando la anunciada “Política Nacional Multisectorial de Minería 2050“, que debería tener en paralelo una para Energía e Hidrocarburos, y habiendo repetido ya hasta la saciedad los interminables problemas de nuestra permisología, comencemos con la revisión de nuestro sistema normativo. Demandará un esfuerzo enorme del siguiente gobierno, pero habrá que exigírselo si no queremos seguir con lo mismo de siempre. Tenemos que disminuir la cantidad absurda de permisos que se requieren para cualquier cosa en el Perú, eso es innovar.
Las normas deben ser pocas, cortas, precisas, necesarias, factibles de ser implementadas y supervisadas, implementadas y supervisadas de la manera más práctica, con clara perspectiva en cuanto al tiempo de su vigencia, aplicando el Silencio Administrativo Positivo, exigiendo y usando las herramientas suficientes para su cumplimiento, y de aplicación sin discriminación y mercantilismo. Las normas que no siguen este planteamiento, deben eliminarse.
Y dicho sea de paso, debemos de dejar de usar la tan abusada frase al final de las normas legales: “Quedan sin efecto todas las normas que se opongan a la presente”. De ahora en adelante debería ser de obligación listar las que queden sin efecto.
2.- Cuidado con la complacencia (tal como lo comentara Jaime de Althaus) y con mayor razón cuando nos lleva a la mediocridad. Solidifiquemos nuestra ventaja competitiva incrementando la eficiencia y oportunidad en la explotación de los recursos naturales, que nos sobran. Debemos concentrarnos comparativamente con otros países en lo que más convenga a los objetivos establecidos. Esto no quiere decir que no sigamos con los procesos de cooperación de interés mutuo como en nuestro sector en diferentes eventos e instituciones internacionales, por ejemplo, los conducidos por el IPEN con la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina, y por el Ingemmet en el desarrollo de la base de datos de recursos mineros en América del Sur.
Entonces, hablando de Ingemmet e Innovación, debería ampliarse su alcance e incluirle un necesario Centro de Innovación Minero-Energética, que dará oportunidad de pensar en el futuro y ofrecer empleo de alto valor y transcendencia. Eso es innovar.
Aprovecho para sugerir expandir las obligaciones de su Dirección de Recursos Minerales y Energéticos encargándole específicamente Geología de Campo dirigida a información petrolera, que en realidad ya está implícitamente incluido en su obligación actual de mantener el inventario de recursos energéticos y estudiar las posibilidades de encontrar recursos geotermales, así como de Carbón e Hidrocarburos.
3.- Ya sabemos que la minería aporta más del 40% de la recaudación del impuesto a la renta empresarial, más del 60% de los ingresos por exportaciones, más del 15% del PBI. No es necesario demostrar que es el motor de la economía y lo seguirá siendo en el futuro.
No caigamos en el engaño de que debemos de salir de nuestra situación de exportador de recursos. En el sistema capitalista de división del trabajo y especialización en lo que uno hace mejor, esto es lo que nos ha tocado, además de ser una potencia agro-exportadora. Debemos de asegurarnos de ello y aparte de las recetas conocidas para facilitar las grandes inversiones, acá agrego una:
Ahora que se habla de nuevos proyectos de infraestructura y en especial los ferroviarios, debemos asegurarnos que la nueva infraestructura y en especial las nuevas rutas ferroviarias sean diseñadas facilitando la logística y conectividad de nuestros grandes proyectos mineros con los puertos a ser utilizados en la exportación de minerales. Calibremos la razón de determinadas rutas de los futuros ferrocarriles del país, eso es innovar.
En estos puertos, como ya hemos indicado antes, también debemos promover e incentivar la inversión dirigida a darles valor agregado como refinación y establecimiento de industrias afines. Ello permitirá atraer más fácilmente a los inversionistas y a la vez negociar mejores condiciones para el Estado en los contratos respectivos.
Lampadia