Pablo Bustamante Pardo
Expresidente de IPAE
Director de Lampadia
Atentos a la evolución de la guerra comercial entre EEUU y China, hoy nos toca destacar una suerte de tregua (algo precaria), luego de la reunión de Trump y Xi en Corea del Sur.

Trump con Marco Rubio, Secretario de Estado, y Scott Bessent, Secretario del Tesoro, apostó por un encuentro muy cortes con la delegación de Xi Jinping, y sin tocar los temas más complicados, como el de Taiwan, lograron un respiro que ojalá sirva para un mayor acercamiento futuro.
Como hemos comentado muchas veces, un ambiente favorable al comercio internacional es esencial para el desarrollo de largo plazo del Perú.
Donald Trump y Xi Jinping
Estados Unidos y China simplemente han enfundado sus armas comerciales
Ninguno de los dos países desea la desvinculación ni la confrontación; al menos, todavía no

The Economist
30 de octubre de 2025
Traducido y glosado por Lampadia
Donald Trump calificó con un diez su cumbre con Xi Jinping en Busan, Corea del Sur, el 30 de octubre. El presidente estadounidense se mostró, como de costumbre, muy optimista.
Y, en efecto, el mundo debería sentirse aliviado de que sus dos mayores economías no parezcan tener ningún deseo de separarse, y mucho menos de negociar el estatus de Taiwán.
Cualquiera de los dos desenlaces habría tenido un alto coste para Asia y el mundo.
Sin embargo, su acuerdo parece ser superficial y provisional, lo que significa que la relación más importante del planeta seguirá construyéndose sobre arena.
Al momento de escribir este artículo, los detalles del acuerdo alcanzado en Busan siguen siendo confusos, lo cual refleja la naturaleza cambiante de la diplomacia subyacente.
El acuerdo consistió principalmente en una distensión, en la que China accedió a posponer durante un año las restricciones a las exportaciones de tierras raras cruciales, mientras que Estados Unidos mantendrá su arancel del 100% sobre los productos chinos y su amenaza de controles a las exportaciones de las filiales de empresas chinas incluidas en la lista negra.
Ambas partes también evitaron una confrontación en materia de transporte marítimo. Las conversaciones también avanzaron. China volverá a comprar soja estadounidense. Estados Unidos recompensará los esfuerzos adicionales de China para restringir los ingredientes químicos del fentanilo reduciendo a la mitad un arancel punitivo del 20% sobre todos los productos.
El Sr. Trump parece abierto a la exportación de algunos chips semiconductores, aunque no de los más avanzados.
Dada la hostilidad hacia China que existe en algunos sectores de Washington, el acuerdo podría haber sido mucho peor. Exigen con urgencia que Estados Unidos se desvincule de su mayor rival geopolítico, pero con esta cumbre, la primera desde 2019, Trump ha demostrado que valora demasiado la relación comercial como para desecharla.
Al mismo tiempo, el presidente no sacrificó a Taiwán por un puñado de soja.
Lamentablemente, la cumbre también pone de manifiesto muchos errores.
Para empezar, el acuerdo mantiene un arancel estadounidense del 47% sobre los productos chinos. Antes de la era Trump, ese habría sido un nivel de protección extraordinario.
Los términos del acuerdo son, además, temporales; explícitamente, ya que muchos de ellos se revisarán dentro de un año; pero también implícitamente, porque Trump considera que tiene el poder de imponer aranceles o barreras no arancelarias en cualquier momento y prácticamente sobre cualquier tema.
Otra fuente de conflicto potencial reside en que, a diferencia de todos los demás países, China supera con creces a Estados Unidos.
La cumbre de Busan tuvo lugar tras la gira triunfal de Trump por gran parte de Asia, en la que numerosos líderes lo colmaron de elogios y regalos, entre ellos una pelota de golf dorada y una réplica de la corona.
Japón, Malasia y Corea del Sur hicieron concesiones, incluyendo acceso a sus mercados y la promesa de invertir cientos de miles de millones de dólares en Estados Unidos, a cambio de una modesta reducción de aranceles.
La dependencia de Estados Unidos en materia de seguridad y mercados convirtió la retirada en la única opción viable.
China es diferente. Puede resistir la presión estadounidense. Además, está tomando represalias en áreas donde Estados Unidos es vulnerable: las tierras raras y la soja son buenos ejemplos. Al adoptar el carácter combativo del nuevo sistema comercial, el proyecto de Xi para fortalecer la resiliencia de China se ha visto justificado.
Todo esto convierte la cumbre de Busan en una pausa más que en una conclusión. Mientras China y Estados Unidos, consumidos por la desconfianza mutua, continúan su disputa, es inevitable que, tarde o temprano, estalle un conflicto.
La buena noticia es que, al menos por ahora, ambas partes siguen creyendo que tienen más que ganar con la tolerancia que con la confrontación. Lampadia
 
			 
			 
					 
									





