Acelerar la recuperación de la inversión privada
Jaime de Althaus
Para Lampadia
Como sabemos, el 2024 la pobreza se redujo apenas en 1.4%, pasando de 29% a 27.6%. Y todavía muy por encima del 20.2% que alcanzamos el 2019, antes de la pandemia y de Castillo.
Pero lo que sorprendió fue que lo que se ha agravado seriamente en relación con el 2019 es la pobreza urbana. Como podemos ver en el siguiente cuadro, esta pasó del 14.6% el 2019 al 24.8% el 2024. Casi se dobló. Y en Lima literalmente se dobló (de 14.2% a 28.2%).
En cambio, la pobreza rural sí se redujo en 1.5 puntos entre el 2024 y el 2019, como podemos ver en el siguiente gráfico:
Este fenómeno ha sido señalado en las informaciones que se han dado, pero no ha sido explicado.
A mi juicio, esto tiene que ver con la fuga de capitales y caida de la inversión privada sobre todo a partir del 2021 con el gobierno de Pedro Castillo, considerando que los sectores urbanos están mas contectados que el rural con la actividad empresarial formal.
En efecto, el 2022 la inversión privada creció 0.0%, el 2023 cayó -6.1% y el 2024 rebotó pero apenas 3.3%. La retracción de la inversión privada formal afectó a las ciudades donde la concentración empresarial es mayor.
Por eso en Lima la el incremento de la pobreza ha sido aun mayor que el promedio urbano.
Por lo tanto, la rccuperación de la inversión privada en el primer trimestre del 2025, que creció 8.8% luego de mucho tiempo, sobre todo si se mantiene a lo largo del año -lo que no está garantizado considerando que entramos en etapa electoral- tendrá un impacto en un cierta reducción de la pobreza urbana y limeña este año. De hecho, por fin en junio el ingreso promedio de la población en Lima Metropolitana ha recuperado el nivel que tenían el 2019, antes de la pandemia. ¡6 años despues! Es inconcebible que hayamos tenido una caida tan profunda.
Por eso, si queremos empezar a recuperar el tiempo perdido y deducir la pobreza de manera significativa y acelerada tenemos que liberar a las empresas de todo tamaño y condición del peso de las regulaciones que les impiden crecer y a los informales formalizarse.
En ese sentido, no podemos aceptar que el shock desregulador haya perdido impulso desde que saliera el ministro Salardi y el Consejo Nacional de Competitividad dejara de tener el rol director y articulador.
La comisión de Economía del Congreso y los gremios tienen que exigir que ese proceso se retome con fuerza y claridad, pues tenemos que llegar a las elecciones del 2026 en el mejor estado posible. Lampadia