Jaime de Althaus
Para Lampadia
Las AFP son el blanco más fácil de tirios y troyanos, pues condensan todos los demonios ideológicos y son una fuente inagotable de populismo.
La congresista Flor Pablo, por ejemplo, ansiosa de ser reelecta seguramente, arremetió lanza en ristre: “la llamada “reforma” de las AFPs -dice- es una estafa contra los aportantes. Les quita derechos a millones de ciudadanos y asegura más ganancias para las AFP”.
Pero estas son mentiras puras. La ley crea una pensión mínima que antes no existía, y con la pensión por consumo, una idea original de Lampadia, universaliza las pensiones que hasta ahora solo alcanzaban a los formales, o sea que incluye a todos los peruanos, formales e informales (que son los de menores ingresos), un cambio realmente revolucionario.
Adicionalmente, crea más competencia porque multiplica las entidades administradoras de pensiones lo que obviamente reducirá las comisiones en beneficio de los aportantes. Es todo lo contrario de lo que afirma sin rubor la congresista.
Juan Carlos Tafur va más allá y cuestiona el sistema privado de pensiones mismo con el argumento de que “lo que se pretende (con la reforma) es consolidar un mecanismo de succión sistemática del esfuerzo de millones de peruanos para engordar las arcas de un puñado de grupos de poder financiero”. En buena cuenta un caso de exacción clasista o de mercantilismo desembozado.
Por supuesto los marxistas peruanos como Roberto Sánchez y otros celebran esa posición del liberal Tafur, pero lo cierto es que es sencillamente falaz. No hay succión. En todo caso, hay succión al revés (por así decirlo): del sistema financiero y económico a los millones de aportantes.
Porque la rentabilidad promedio de los fondos de pensiones desde que comenzó a operar el sistema es alrededor del 9%, lo que significa que al momento de la jubilación los aportes que en toda su vida laboral ha efectuado el afiliado representaban menos de un tercio de su fondo previsional acumulado.
Más de dos tercios, un 70% (calculando una rentabilidad de solo 8%) son los intereses que ha ganado, según información del SBS.
Esto significa que una persona termina ganando más de dos veces lo que aporta. Mejor negocio, imposible. No estamos ante muchos de peruanos expoliados por el sistema financiero, sino al revés o, en todo caso, como en toda economía de mercado, todos ganan. Las AFP ganan su comisión por ese servicio.
De lo que se trata es que haya más competencia para que esa comisión baje. Y la reforma precisamente genera bastante más competencia como decíamos arriba. Sí es cierto que nunca pareció justo que la AFP cobrara la misma comisión incluso cuando la rentabilidad de los fondos, por bajas del mercado, se volvía negativa. Eso era contraintuitivo. Por eso justamente la reforma introduce la pensión por productividad o rentabilidad.
Tafur plantea además la libre elección: que no haya ahorro forzoso. Eso está muy bien. Así debería ser. Pero el problema es práctico: lleva a una trampa. Como los jóvenes y no tan jóvenes prefieren el consumo presente a ahorrar para dentro de varias décadas (lo que se manifiesta precisamente en el éxito de los retiros), lo que tendremos al final será una masa de adultos mayores sin ahorro previsional que llevará inevitablemente a los políticos a ofrecer pensión universal para todos financiada con el presupuesto nacional. Es decir, una bomba de tiempo fiscal. Algo inviable. Será el fin del equilibrio macroeconómico y social.
La gran ventaja de las cuentas de capitalización individual del sistema privado de pensiones es justamente que elimina cualquier contingencia fiscal, porque las pensiones surgen de los propios aportes multiplicados por los intereses. El fisco queda liberado para sus funciones esenciales. Lampadia