Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 6 de octubre de 2025
Para Lampadia
Cada vez me convenzo más de que el pernicioso Club de la Construcción – aquella pandilla de empresarios de cuello y corbata, que tanto daño nos hizo a los peruanos – es también una cortina de humo perfecta para tapar otros “clubes de la corrupción” en nuestro país.
Empezando por el hecho de que la corrupción es personalísima. Es decir, de personas de carne y hueso, con nombres y apellidos… incluso, con DNI. La corrupción – como se ha dicho mil veces – no es institucional.
Ergo, no tiene sentido hablar de “la empresa corrupta o la institución corrupta o el Estado corrupto”. Insisto; corruptas son las personas, no las empresas o instituciones.
Por ello resulta tan irónico escuchar a periodistas (como los de Expreso) o políticos (como Porky) referirse a “la corrupta Odebrecht o la corrupta Graña y Montero”, como si en el periodismo o en la Municipalidad de Lima no haya corrupción… y de la brava. Puro fariseísmo.
Pero sigamos con el tema. Por ejemplo, qué bien se esconde detrás de la cortina en cuestión, la Costra del 5to. Nivel… esa burocracia parasitaria y corrupta que maltrata sin piedad a la sufrida e indefensa población peruana. Claramente, ahí hay un aprovechamiento descarado de parte de muchos funcionarios públicos corruptos e indolentes.
Pero el Estado también cobija a otros “clubes de la corrupción” … cada cual más pernicioso que el otro.
Me refiero – por ejemplo – a los miles de Clubcitos de la Construcción que hay en todas las regiones, provincias y distritos del país, a los que últimamente se han sumado empresarios chinos, también recontra coimeros y corruptos.
El Club de los Consultores, es otro antro de corrupción, escondido detrás de la cortina del Club de la Construcción. La cosa es así. La Costra del 5to. Nivel no mueve un dedo sin un informe elaborado por un consultor externo. El Estado gasta una millonada en informes elaborados por consultores externos coimeros. Informes que no sirven para nada. Y que – para colmo – son puro COPIAR – PEGAR.
Después está el Club de los Tramitadores. Los tramitadores de brevetes son los más conocidos. Pero hay más. Para cada tipo de licencia hay mil tramitadores. Operan con total impunidad – a vista y paciencia de todo el mundo – a sabiendas de que están en contubernio con los funcionarios responsables de atender dichos trámites. Vladimir Cerrón (ex Gobernador Regional de Junín) y Javier Gallegos (ex Gobernador Regional de Ica) y muchos más, pueden dar fe de ello.
Pasemos ahora al Club de los Proveedores. Aquellos que estafan al Estado a través de la venta de todo tipo bienes y servicios. Expertos en sobrevaloraciones, adulteraciones, falsificaciones y todo lo demás. Venden medicamentos vencidos o sobrevalorados, alimentos no aptos para consumo humano o podridos, computadoras sin memoria, maquinarias “nuevas” con piezas usadas, o simplemente cajas vacías. Léase, cajas que no contienen los productos que supuestamente debían contener. Todo arreglado bajo la mesa con funcionarios corruptos enquistados en el Estado.
Y termino con el Club de los Congresistas. Aquel club de padres de la patria que promulgan leyes con nombres propios. Aquellos que les sacan el jugo a sus inmunidades parlamentarias. Y que – a la hora de la hora – se blindan entre sí, descaradamente.
Ahí están el Club de los Mocha Sueldos. El Club de los Come Pollos, El Club de Los Niños. El Club de los Congresistas (dueños) de universidades truchas. El Club de los Congresistas Narcos y Mineros Ilegales, y demás. ¡Cuánta marmaja corre bajo la mesa en beneficio de esos malos congresistas!
En resumen… Club de Constructores. Club de Consultores. Club de Tramitadores. Club de Proveedores. Club de Congresistas. Como dice la canción “y total corrupción hay en todos lados”. Y conste que por cuestiones de espacio no puedo explayarme en otros clubes parecidos. El Club de los Magistrados (Jueces y Fiscales), el Club del Jurado Electoral (sobre todo en la época de Salas Arenas), el Club de los Colegios Profesionales, el Club de los Periodistas Mermeleros y Chantajistas, el Club de Policías y Militares (infiltrados por narcos, mineros ilegales, contrabandistas y extorsionadores) y otros que no necesitan presentación.
Parafraseando a Ortega y Gasset se podría decir. Los peruanos somos nosotros y nuestra circunstancia. Y si no la salvamos a ella, no nos salvaremos nosotros. Ergo, si no salvamos a nuestro país de la corrupción, no nos salvaremos nosotros.
Confrontar a la corrupción con alma, corazón y vida. Eso es lo que hicimos en el Gobierno Regional de Ica – en el período 2025 / 2018 – para salvarnos a nosotros mismos. Y nos fue bien.
Eso es lo que tenemos que hacer – en todo el país – todos los peruanos de bien, para salvarnos a nosotros mismos. No queda otra.
Pero repito. La corrupción es personalísima. No, institucional. Así que cuidado con los que se esconden detrás de la cortina del Club de la Construcción. Lampadia