Fidel, el monstruo del Caribe, acaba de cumplir 90 años. Yerba mala nunca muere… Un dictador totalitario, que volvió una prisión a su isla y fungió como eterno carcelero junto a su hermano Raúl. Un sirviente por décadas de los rusos. Un limosnero del petróleo venezolano de Chávez. Un violador de DD.HH. Un aventurero que mandó a chicos cubanos a morir en África por los ahora hiper-corruptos jerarcas del MPLA angoleño. Un demente que cubrió a Latinoamérica de sangre con su “exportación de la revolución” (lo que significaba exportar VIOLENCIA). Un “Padrino” rojo que fomentó mafias de narcos, asesinos y secuestradores, como el MRTA y las FARC. Un falso profeta que envió a la muerte a miles de jóvenes pelotudos que creyeron en él y en esa absurda religión laica que es el comunismo (un comunista está igual de loco que un extremista islámico; el criminal del Ché no se diferencia mucho de Bin Laden).
Y basta leer el libro The double life of Fidel Castro, escrito por el desertor guardaespaldas Juan Reinaldo Sánchez, para confirmar la abominable persona que es Fidel. Un tipo que traficó con drogas (y fusiló al general Ochoa para tapar eso). Que tiene un yate de 30 metros (Aquarama II), helicópteros propios y un islote privado –con mansión incluida– para bucear (Cayo Piedra). Que posee 20 casas por todo Cuba (“El Once” y “Punto Cero” en La Habana, “La Caleta del Rosario” en Bahía Cochinos, “La Deseada” en Pinar del Río, etc.). Que vive y actúa como si el Estado fuera él, a lo Luis XIV. Que tiene una “familia real”. Que asila delincuentes como Robert Vesco. Que maneja los fondos públicos a su gusto y graba todo, como Montesinos. ¡Es que son iguales! Fidel y Vladi son lo mismo. (Artículo dedicado a los camaradas César Levano y Gustavo Espinoza Montesinos).
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