Por: Eduardo A. Jiménez Sánchez, Jefe del Sistema de Información de Macroconsult
Gestión, 25 de noviembre de 2020
La exitosa colocación de bonos por parte del Gobierno peruano este último lunes es una clara señal de que los mercados tienen confianza en que el Perú honrará sus obligaciones. Tanto así que se logró colocar, por primera vez en nuestra historia, bonos a 100 años a tasas favorables. Dicha confianza es resultado de una gestión responsable de la caja fiscal.
Sin embargo, la pandemia generada por el covid-19 ha llevado al límite nuestras cuentas fiscales. Este año el déficit fiscal cerraría en 8.5% del PBI, lo que significa alrededor de S/. 59 mil millones en necesidades de financiamiento. Por esa razón, el Gobierno emitió, en dos oportunidades, deuda por un total de US$ 7mil millones, ha tenido que echar mano de los ahorros (los que se encuentran en el Fondo de Estabilización Fiscal por alrededor de US$ 5.5 mil millones), y tendrá que pedir prestado a los organismos multilaterales para completar lo que falta. Con ello, la deuda superaría el 35% del PBI, muy por encima de nuestro limite legal de 30%. Para el 2021, el déficit se encontraría alrededor del 5% (otros S/40 millones en necesidades de financiamiento) y la deuda seguiría subiendo.
Con las cifras proyectadas al 2021, es claro que el Gobierno tendrá que hacer nuevas emisiones. Si bien de momento los mercados creen en nuestro país, existen varios riesgos que podrían cambiar esta situación, sobre los cuales hay que estar alertas. El primero de ellos es que la economía no se recupere al ritmo esperado (+9.8%). Esto tendría como consecuencia que los ingresos fiscales sean menores a los anticipados, y el déficit fiscal sea más abultado.
Para el cálculo del déficit del 2021 debemos hacer supuestos sobre qué porción de las garantías de Reactiva Perú (y otros programas) deberá honrar el Gobierno peruano. Por tanto, un segundo riesgo es que la porción que se deba cubrir por estos créditos sea mayor a la anticipada. Y sobre esto hay todavía mucha incertidumbre, puesto que los indicadores de morosidad del sistema financiero no están reflejando las condiciones del mercado. Vemos, sin embargo, una expansión importante de las provisiones voluntarias por parte de las instituciones financieras.
Un último riesgo, y quizá el más importante, es el populismo. Este puede venir tanto del Congreso (el actual y el siguiente), como del nuevo Gobierno que empezaría en julio del 2021. Durante estos últimos meses hemos visto que medidas que buscan “favorecer al pueblo” pueden traer consecuencias graves (p.e. los retiros de la ONP, alrededor de S/15 mil millones). Esto ya ha generado que algunos bancos de inversión emitan opiniones de preocupación sobre el manejo de nuestras finanzas públicas.
Generar confianza requiere años. Perderla, requiere apenas semanas (o días). El reto de mantener sanas nuestras cuentas fiscales es grande, y es una condición necesaria para crecer.