Su hijo nos explica las artes de su padre
Vasco Masías Málaga
Glosado por Lampadia
La Tierra
¿Qué tipo de convicción, locura o determinación tienes que tener? para sentarte ahí, viendo las tierras que te quitaron. Viendo tu vida de agricultor y tu trabajo hecho nada por la fuerza de la historia. Y decir, No; “yo voy a seguir”. Y voy a seguir además, donde nadie ha ido. Voy a hacer agricultura en estos terrenos de piedras y arena. Hace falta estar un poco loco. Pero la locura es uno de los ingredientes de la genialidad. Y así fue.
Mamá cuenta que después de la reforma agraria Tayo pasó varios meses deprimido. Pero que un día agarró su viejo teodolito y se fue a mirar el desierto. Dice que pasaba horas sentado mirando, mirando. Mirando las rocas y la arena y los cerros pelados, porque no había nada más. Pero él, con su teodolito de los años 50, iba construyendo otra idea.
Hay quienes heredan tierras y son agricultores desde la ciudad o desde el club. Hay quienes son agricultores de fin de semana, hay también los agricultores que lo son porque simplemente nacieron en la tierra pero no la aman. Tayo no es así. Pudo haber elegido cualquier cosa. Pudo ser bueno en muchas otras cosas, quizás. Pero él es agricultor de corazón, de esencia. Ama hacer que la tierra produzca. Así que ahora debía hacer producir el desierto.
Comenzó por traer los sistemas de riego tecnificado que había visto en Israel. Importó los primeros goteros de Netafim y comenzó a fabricar las mangueras localmente. Comenzó con cactus de tuna, porque parecía que era lo más lógico en el desierto. Recuerdo haber aprendido a manejar sobre mares de pencas de tuna, en las pistas de tierra de La Calera en los 90’s.

Las pencas de tuna se comenzaron a incorporar al suelo, y poco a poco, mezclándose con el guano de gallina, se comenzó a construir suelo. Tan buen suelo que pocos años después se reemplazaron las tunas por paltos. Ya había suficiente suelo formado para permitir el desarrollo de paltos.
Poco a poco, con prueba, paciencia, cariño y error, se fue formando la idea, el entendimiento de cómo cultivar en el desierto y cómo construir suelo donde antes había solo arena. Las plantas necesitan del suelo para crecer.
De hecho, Tayo siempre cuenta que cuando estudió agricultura en los años 50’s lo que le enseñaban era la importancia de buscar “la mejor tierra”. Los valles con las mejores tierras del mundo, como el de San Joaquín en California o Cañete en Perú. Buscar la tierra buena era lo importante.
Pero Tayo aprendió a hacer su propio suelo. Dónde él quisiera. A una fracción de lo que cuesta comprar las “tierras buenas” de los valles famosos. Con esta revolución, con esta innovación de poder construir suelo, a partir tiempo, técnica e ingenio y un poco de guano. La nueva máxima de Tayo es “la tierra buena la construyes, lo que ahora tenemos que buscar es dónde está el mejor clima”. ¡Por eso, su nueva fijación es subirse a plantar a los cerros! Donde es más seco y soleado.

El agua
Cultivar en el desierto implica vivir siempre pensando en el agua. Crecimos escuchando esa regla simple; “para una Ha necesitamos aproximadamente 1L/seg de agua”. Un pozo bueno da unos 50L/seg así que sirve para desarrollar unas 50Ha. Esa es quizás la limitante más importante para crecer en el desierto. Tener agua suficiente.
La vida agrícola de La Calera ha estado siempre alrededor del agua. No hay almuerzo en La Calera dónde no terminemos hablando del agua. Hace unos años la conversación era sobre el aforo de algún pozo nuevo, o que había que cambiar algún impulsor. Luego, durante muchos años fue sobre los goteros, y los aspersores, sobre Eduardo Hale, el proveedor de tubos, y sobre Manuel Saravia el ingeniero loco que hacía los diseños hidráulicos de memoria. Últimamente la conversación es sobre reservorios, sangraderas y sobre dónde donar terrenos para que el pueblo de Chincha tenga agua. Siempre el agua.
Desde siempre Tayo nos dijo; “no tocamos el agua del rio”. “El agua del rio es para el pueblo de Chincha”. Para los agricultores de la parte baja del valle. “no tocamos el agua del rio” fue siempre como una regla, religiosa, decretada que no se piensa. Solo se respeta. El agua es sagrada en el desierto. Pero lo es aún más, la buena relación con el resto del valle.
Pero la genialidad vino en un viaje a Nazca en Julio del 2007, poco antes del terremoto. Fuimos todos a Nazca en carro, a visitar las nuevas tierras de Estuardo. Una de las atracciones turísticas de la zona son los puquios y los canales que los Nazcas inventaron hace miles de años para lograr vivir y hacer agricultura en el desierto.

Tayo aparentemente se inspiró en ellos. En esta humilde pero poderosa idea de que, en vez de hacer pozos verticales, lo mejor es construir largos acueductos debajo de la superficie de la tierra y que estos vayan “colectando” el agua. Hasta ese momento, en La Calera, como en casi toda la agricultura moderna de la costa, se dependía de los pozos y la electricidad, para extraer el agua. Con esta innovación, inspirada en una cultura antigua y actualizada por Tayo, pasamos de pozos verticales a instalar ahora cientos de km. de tuberías con huecos enterradas a poca profundidad o “sangraderas” como él les llama, que “cosechan” agua con la sola fuerza de la gravedad.

La última genialidad vino en contenedores desde la China. Un ejército de paneles solares instalados en las laderas de los cerros. Estos paneles generan electricidad durante el día, cuando hay sol. La que se usa para bombear el agua a reservorios en la parte alta para ser usada cuando se necesite. El sistema no usa baterías, pues los reservorios son en efecto como grandes “baterías” que almacenan la energía del día.
Sangraderas que captan agua con la fuerza de la gravedad, bombas que mueven el agua con la fuerza del sol. Soluciones prácticas. Agua abundante y a bajo costo en el desierto.
El aire
¿Cuánto tiempo crees que puedes estar sin comer? – me preguntó mientras manejábamos por las plantaciones nuevas- No sé; quizás una semana? -Traté de decir rápido- Con él siempre hay que ser rápido en las respuestas. ¿Y cuánto tiempo puedes estar sin agua? ¿Dos días? -¿Respondí, tratando de entender a dónde iba con esto- Y cuánto tiempo puedes estar sin respirar? -Ah! se venía algo importante- Yo sabía que tenía que escuchar, entender, aprender. Era obvio que uno no puede estar sin respirar uno o dos minutos. Pero esto no se trataba de mi capacidad de aguante sin respirar. Me quedé en silencio, sin responder. En esas ocasiones sé que me debo quedar en silencio esperando la simple sabiduría, condensada en palabras básicas, que tienen la potencia de cambiar una industria. No puedes estar sin respirar mucho rato, -dijo. Lo más importante es el aire. Que las raíces respiren-.
Esa frase, como un sudra védico, puede parecer tan simple, tan banal, y al mismo tiempo contener en pocas palabras, las conexiones de la vida misma. “Lo más importante es el aire” Cientos de horas de charlas y congresos, conversaciones con científicos sobre la rizosfera, pasaron por mi mente. La oxidación del carbono, las bacterias aeróbicas y anaeróbicas, la degradación de los suelos en el mundo, publicaciones; todo lo que yo había oído, él lo sintetizó en; “lo más importante es el aire”.
Él lo descubrió observando, durante años, como crecían las plantas en diferentes suelos. Más arcillosos, más arenosos. Probando diferentes tipos de camellones, más altos, más anchos.
Metiéndose a cultivar en las piedras del río, en las piedras del cerro. Observando. Probando. Esto llevó a una revolución práctica; “No debemos dejar que las raíces vayan muy profundo, más allá de 30cm no hay buena aireación” tenemos que controlar el riego para que solo se humedezcan los primeros 30cm, haciendo esto, las raíces se quedarán solo ahí. Además, así evitamos perder mucha agua.
Ese es su arte. Encontrar cosas prácticas que generan un valor enorme. Esta observación, este cambio. Es el tercer pilare silenciosos sobre los que se ha construido el éxito agronómico de La Calera. Cultivar solo en la zona donde hay aire reduce la presencia de patógenos del suelo que viven en las zonas sin aire (anaeróbicas). Beneficia las bacterias “útiles” o benéficas que viven en la zona con aire. Hace más eficiente el uso del agua. Y además reduce la velocidad de descomposición de la materia orgánica lo que lleva a que poco a poco, se vaya construyendo un suelo bueno y estable, ahí donde inicialmente solo había piedras.
Práctico, simple. Un genio.
El legado
Estas tres innovaciones centrales; el manejo del oxígeno en las raíces, la cosecha y manejo del agua y la capacidad de construir suelo donde uno quiera, son nada menos que una completa revolución en la forma de hacer agricultura. Una forma de hacer empresa, de construir y de crear basada en la observación, en conectar con lo que tengo a la mano, en aliarse y aprovechar la potencia de los ciclos de la vida. La gravedad, el aire, las bacterias son fuerzas potentes de la naturaleza. ¿Que además son gratis? ¿Qué puede ser más eficiente y sostenible que eso?
Estas innovaciones centrales están acompañadas de muchas otras; de todos los días, camellones, goteros, viveros, válvulas y canales. Lo que Tayo ha inculcado en La Calera es una cultura de hacer, de resolver. Con esa media obsesa convicción de los que saben qué “de todas maneras la voy a hacer”. Que es solo cuestión de probar y probar y corregir y adaptar, copiar un poco, mejorar y así, llegar a algo simple que funcione.
Esa es su genialidad y ese es nuestro legado.

Lampadia






