Pablo Bustamante Pardo
Expresidente de IPAE
Director de Lampadia
Durante los últimos meses se están haciendo una serie de publicaciones alarmantes, y en muchos países, se están dando normas para evitar los daños indirectos del uso continuo de las redes sociales en los jóvenes.

Aparentemente, el abandono de la escritura, la pérdida de socialización y la evolución de los mecanismos de comunicación hacia videos cada vez más cortos y simbólicos, están disminuyendo las capacidades cognitivas, incluso impactando en el coeficiente intelectual, están disminuyendo la capacidad de lectura, el nivel de concentración, y muy severamente, el nivel de interacción entre los miembros de las familias, amigos y colaboradores en general, además de alarmantes indicadores de deterioro de la salud mental de los jóvenes.
Los primeros en reaccionar a estos peligros fueron los países escandinavos. Pero recientemente Australia, desde el próximo 10 de diciembre, “impedirá la creación o mantención de cuentas en redes sociales (RRSS) por menores de 16 años”.
Según puede leerse en el informe de la Fundación para el Progreso al respecto, Chile ya está avanzando en normativas de protección.
Fuente: El Comercio, 4.12.2025
En el Perú solo se han emitido advertencias sobre los peligros de ciberacoso, cyberbullying, juegos en línea, y explotación sexual de niñas, niños y adolescentes en línea.
Publicamos esta nota porque es necesario tomar conciencia de estos riesgos y pedir al gobierno un estudio serio al respecto.
Redes sociales, salud mental y sociedades democráticas
Fundación para el Progreso – Chile
Antonia Russi
Publicado en El Líbero
28.11.2025
Glosado por Lampadia
Este 10 de diciembre, Australia impedirá la creación o mantención de cuentas en redes sociales (RRSS) por menores de 16 años.
A pesar de que existen otras naciones que han avanzado en su legislación para limitar el uso de RRSS en jóvenes, ésta es, sin duda, una de las más llamativas.
Semejantes medidas buscan reducir la exposición de los niños a la Web, exigiendo a las distintas plataformas sistemas estrictos de verificación. Las empresas serán obligadas a garantizar el bloqueo de jóvenes menores de 16 años a las redes y a detectar las cuentas ya existentes para eliminarlas.
Así, serán éstas las encargadas de cumplir la nueva ley, arriesgando una multa de US$49.5 millones en caso de infracciones graves o reiteradas.
En el caso chileno, ciertas medidas, aunque más conservadoras, se han ido tomando en nuestra legislación. El Senado ya ratificó el proyecto de ley que prohíbe el uso de celulares en todos los niveles de la educación escolar, con ciertas excepciones.

Este nuevo auge internacional de la preocupación del uso de smartphones en menores, surge de nuevos índices que demuestran los efectos de las redes sociales en el desarrollo de los jóvenes.
Uno de los pioneros en promover este movimiento «anti-pantallas» ha sido el psicólogo social, Jonathan Haidt, quien define como «generación Z», al grupo etario que nació después de 1995 hasta los nacidos en 2010. Esto quiere decir que los mayores de la generación Z entraron a la pubertad en 2009, justo cuando las novedades tecnológicas convergían.
Como lo relata el psicólogo estadounidense, la generación Z fue la primera en atravesar la pubertad y adolescencia, con «un portal virtual en sus bolsillos», a un universo paralelo totalmente «emocionante, adictivo, inestable e inadecuado» para esa etapa del desarrollo.
Estos datos son más esclarecedores si se considera que, desde 2010, la depresión y ansiedad en los adolescentes tuvo un alza internacional sincronizada hasta el 2015.
Para el 2020 la depresión se volvió 2.5 veces más frecuente, indicando un aumento porcentual del 150%.
De esta manera, el fenómeno experimentado por la generación Z tiene ciertas características que permiten cuestionarse sobre los nuevos patrones de pensamiento que pueden estar afectando a las nuevas generaciones.
Así, los efectos de la cultura de la hiperviralización en los jóvenes podrían agruparse en dos categorías.
La primera, guarda relación con el detrimento en la salud mental de forma generacional.
La segunda, con los tipos de relaciones que estos jóvenes están construyendo basadas en la virtualidad, influyendo en un creciente deterioro de las habilidades socioafectivas.
Asimismo, la gravedad en este asunto esta, primero, en el contenido al que están expuestos sin tener las suficientes aptitudes para sobrellevarlo (cyberbulling, conductas autolesivas, pornografía, abuso sexual, etc.); pero, también, a aquellas prácticas que aportan al atrofio de la verdadera socialización a lo largo de su desarrollo.
Independientemente de los que pensemos de las distintas medidas estatales que puedan implementarse como la de Australia, por ejemplo, que puede parecer demasiado impositiva para algunos. Lo relevante es comprender cómo este fenómeno puede estar afectando, no solo el bienestar de las nuevas generaciones, sino a nuestra democracia.
Como bien hemos comprendido en los últimos años, la democracia definitivamente es un juego de adultos civilizados; que, por mucho que se amparen en la solidez institucional, si no existe una formación en cualidades y virtudes democráticas y republicanas, la libertad y la paz siempre se encontrarán en peligro.
Por ello, preocuparnos en formar generaciones aptas para la socialización, con todo lo que ello implica, es fundamental para fortalecer la defensa de las libertades, el compromiso, el respeto y el espíritu de progreso; ya sea este económico o humano.
Para sostener una democracia, se requiere mucho más que sus edificios y documentos, sino sociedades enteras con las facultades para nutrirla cotidianamente. El «arte democrático» , como lo llamó Alexis De Tocqueville, se enseña, se aprende y se entrena; y debemos comprender la relevancia de la voluntad de la sociedad civil para retomar el camino correcto.
Lampadia






