Luis Carranza
Perú21, 30 de noviembre del 2025
«En cada sector que veamos, tenemos este estancamiento o deterioro de la calidad o cobertura del servicio”.
Hans Christian Andersen nos cuenta la historia de un emperador que vivía obsesionado por los trajes. Conociendo esto, unos estafadores se presentan y le dicen que le harán un traje único en el mundo, con joyas y las mejores telas. Ese traje sería tan especial que no todos lo podrían ver. Aquellos que son estúpidos o no merecen el cargo que llevan no podrían ver el traje. Por supuesto, estos falsos sastres nunca hicieron el traje y se quedaron con toda la plata que le habían pedido al emperador para comprar las telas y las joyas, pero nadie se atrevía a decir que no había traje. Al final, el emperador se coloca el supuesto traje y sale a desfilar con sus asistentes cargando una cola inexistente para ser admirado por la gente, pero nadie decía nada porque estaban convencidos de que sí había un traje. Hasta que un niño grita que el emperador estaba desnudo y entonces todo el mundo toma conciencia de la desnudez, pero a pesar de tomar conciencia de la realidad el emperador siguió desfilando.
Para muchos este cuento refleja muy gráficamente lo dañina que es la soberbia, de creernos superiores a los demás y al final terminamos haciendo el ridículo. Pero también puede reflejar bastante bien lo que nos está pasando en la sociedad peruana. Los ciudadanos pedimos cada vez más recursos para educación, salud e infraestructura (“nuestros trajes”) y nuestros políticos nos muestran esos “trajes”, pero al final del día estamos cada vez peor.
Más sueldos para nuestros maestros, más plata en infraestructura educativa, pero peores resultados en la educación de nuestros niños. El nivel satisfactorio en la prueba de matemáticas del año 2023 fue de apenas 11%, prácticamente el mismo de hace 10 años, y no se pudo mantener las mejoras que se habían logrado en 2019, donde se llegó a un 18% de alumnos con nivel satisfactorio. En cada sector que veamos, tenemos este estancamiento o deterioro de la calidad o cobertura del servicio. Así, por ejemplo, en el gráfico 1 podemos ver cómo el presupuesto de inversión en salud ha venido creciendo a lo largo del tiempo. En los últimos tres años, de 2022 a 2024, se gastó en inversión pública en salud 4.0, 4.1 y 4.4 mil millones de soles, pero la anemia fue subiendo en todos esos años, pasando de 42.4% en 2022 a 43.7% en 2024, registrándose el nivel más alto de los últimos 10 años.

Si vemos el caso de agua y saneamiento, la situación es igualmente catastrófica. Los niveles de cobertura están entre 90-91% desde 2018 y no avanzan a pesar de haberse gastado cerca de 28,000 millones de soles en 7 años, a 4,000 millones por año. En junio de este año, la Contraloría ha reportado 543 obras paralizadas por valor de 8,200 millones de soles.
El tema de electrificación también es preocupante. En el gráfico 2 podemos ver la caída en el nivel de cobertura de electrificación, pasando de 94% en 2023 a 92.7% en 2024, a pesar de haberse invertido 700 millones de soles.

En un artículo de Fernando Barrios, publicado en este diario el 10 de noviembre, nos mostraba cifras alarmantes en varios sectores, en especial en Essalud. Así, entre 2006-2011 las consultas externas aumentaron en 65%, mientras que las cirugías crecieron en 40% gracias a la mejora en la gestión, la construcción de 18 hospitales y la fuerte inversión en equipos médicos. Sin embargo, en el periodo 2011-2024, a pesar del crecimiento de asegurados y los presupuestos que están anualmente por encima de los 17,000 millones, las consultas solo aumentaron en 12% en estos 14 años y las cirugías prácticamente permanecen iguales, y es que la inversión en infraestructura y equipamiento es mínima, llegando escasamente al 3% del presupuesto.
Esta ineficiencia en la gestión pública es lo que explica por qué en los últimos años, a pesar de crecer económicamente, la pobreza no baja y, peor aún, el impacto de un aumento del gasto público aumenta la desigualdad del ingreso, tal como lo mostré en un artículo anterior.
El cuento termina cuando la población toma conciencia de la desnudez del emperador, pero este insiste en continuar paseando. En nuestro caso, el cuento continúa. Esperemos que en esta oportunidad podamos encontrar buenos sastres que sepan coser los trajes que tan urgentemente necesitamos.






