Juan Stoessel
Perú21, 30 de noviembre del 2025
«La verdad es que hemos dado Machu Picchu por sentado. Tener uno de los destinos más deseados del planeta nos hizo caer en el conformismo y la desidia».
El Instituto Peruano de Economía (IPE) y el Instituto Cusqueño de Economía (Incuse) presentaron esta semana el libro Machu Picchu, el camino a su sostenibilidad. No podía llegar en mejor momento. Nuestro principal atractivo atraviesa una grave crisis. Esta publicación es un importantísimo aporte que, confiamos, será usado por las autoridades como hoja de ruta para trazar el futuro de nuestra maravilla mundial.
Los autores, Carlos Milla, Ricardo Ruiz Caro y Rogers Valencia conocen profundamente la realidad de Machu Picchu y el turismo en Cusco. Su mirada integral, que combina rigor técnico y perspectiva histórica, los conduce a un diagnóstico irrefutable: nuestra máxima joya ha entrado en un proceso de envejecimiento prematuro, víctima de las mafias y los populistas, que la han hundido en el desorden. O se toman acciones contundentes o el declive será irreversible. Uno de los grandes méritos de este libro es que no se limita a señalar los problemas. Ofrece diagnóstico, sí, pero sobre todo, soluciones concretas. Lo que lo convierte en una valiosa herramienta para que los ministerios y entidades responsables se sienten a diseñar un plan de trabajo y ponerlo en marcha.
La verdad es que hemos dado Machu Picchu por sentado. Tener uno de los destinos más deseados del planeta nos hizo caer en el conformismo y la desidia. Pensando que el lugar es tan mágico que al turista no le molestará si la experiencia es caótica y hasta peligrosa. Prueba de ello es que los últimos gobiernos no han hecho ningún trabajo importante, ninguna inversión significativa.
Para salir del estancamiento, Machu Picchu necesita decisión e inversión. Hay una oportunidad extraordinaria si corregimos el rumbo. Se deben desarrollar nuevos circuitos, ampliar las zonas de visita, construir el centro de interpretación, habilitar nuevos accesos. Todo ello hará posible captar más visitantes, pero no de forma indiscriminada, sino con orden y eficiencia. Con la sostenibilidad como principio rector. Este viraje hacia la excelencia y la sostenibilidad beneficiará a toda la cadena turística, comenzando por los propios cusqueños. Los únicos perjudicados serán quienes han venido lucrando del caos y el desorden. Reconocerlos es fácil, son los que no quieren ningún cambio.
Es momento de que las autoridades actúen con auténtica visión de Estado. El camino está trazado, lo que falta es seguirlo. Solo así aseguraremos que la incomparable grandeza de Machu Picchu seguirá asombrando a las futuras generaciones.






