Jaime Dupuy
Director ejecutivo de ComexPerú
Gestión, 21 de noviembre del 2025
La minería, la agricultura y la pesca constituyen los pilares históricos y contemporáneos del desarrollo económico del Perú. No solo representan la mayor parte de nuestras exportaciones totales, sino que también son fuente esencial de empleo, generación de tributos y oportunidades de progreso en regiones que aún enfrentan retos en materia de infraestructura y acceso a servicios. Gracias a estas actividades, el país ha articulado cadenas productivas que dinamizan la economía y permiten un crecimiento más descentralizado.
La minería, por ejemplo, aporta más del 60% de nuestras exportaciones y es el motor económico de muchos departamentos del país. Sus aportes tributarios, canon y regalías financian obras públicas y políticas sociales que impactan directamente en la calidad de vida de millones de peruanos. Sin embargo, hoy enfrenta amenazas constantes. La discusión sobre una nueva ampliación del Reinfo, lejos de fortalecer la formalización, se convertiría en un incentivo perverso para la permanencia de la informalidad. A ello se suma la minería ilegal, una actividad criminal que depreda bosques, contamina ríos y financia redes delictivas; y, por supuesto, la conflictividad social, que se nutre muchas veces de desinformación y paraliza proyectos que traerían desarrollo sostenible a las comunidades.
La agricultura, por su parte, ha permitido que el Perú se consolide como una potencia agroexportadora. Productos como los arándanos, las uvas, las paltas y el café nos posicionan en los principales mercados del mundo. Este sector genera cientos de miles de empleos formales y es clave para la inclusión económica rural. No obstante, también suele ser blanco de acusaciones infundadas promovidas por algunas organizaciones, ya sea sobre un supuesto uso abusivo del recurso hídrico o sobre condiciones laborales que no se condicen con la realidad de un sector ampliamente fiscalizado. Estas campañas ponen en riesgo la estabilidad de una actividad que ha demostrado ser una historia de éxito para el país.
La pesca, igualmente estratégica, sostiene una industria que hace del Perú uno de los mayores productores de harina y aceite de pescado, insumos esenciales para la seguridad alimentaria global. Además, impulsa la pesca artesanal que alimenta a millones de familias peruanas. Pero el sector enfrenta presiones crecientes: intentos de restringir la actividad en determinadas zonas sin sustento técnico, discursos que buscan debilita institucionalidad pesquera y, por supuesto, la permanente amenaza de la pesca ilegal.
Frente a dicho panorama, es necesario reivindicar con orgullo a estos tres sectores, y sus industrias asociadas, que han colocado al Perú en el mapa mundial. Son actividades que generan oportunidades reales y que, con reglas claras y respeto al Estado de derecho, pueden seguir siendo motores de desarrollo sostenible.
Desde el sector público y el sector privado, el compromiso debe ser claro: apoyar, defender y fortalecer estas actividades que hacen grande al Perú, y enfrentar y desmentir a quienes pretendan socavarlas.






