Entrevista a Ángela Flores
Expreso, 5 de noviembre del 2025
Cristina Luna
Persisten la desconfianza y la frustración ante los largos tiempos de espera. En el primer nivel de atención, uno de cada dos establecimientos no tiene médico. Tenemos infraestructura, pero falta personal.
En entrevista con Expreso, Ángela Flores, directora ejecutiva de Alafarpe, sostiene que el aumento del presupuesto en salud debe venir acompañado de calidad de gasto, prevención y continuidad institucional. Propone fortalecer la atención primaria, promover asociaciones público-privadas y blindar el sistema sanitario de la inestabilidad política para recuperar la confianza ciudadana.
¿Por qué el Perú gasta más en salud pero siente que recibe peores resultados cada año? ¿Es un tema de cobertura o de calidad?
Muchas gracias por la pregunta y por el espacio. Creo que es muy importante que los presupuestos en el sistema de salud sigan asignándose de manera progresiva, como lo hemos visto en los últimos tres años, sobre todo luego de una pandemia que causó muchas pérdidas a nivel mundial y nacional.
Somos uno de los países con mayor mortalidad por COVID-19, y eso se debe a la baja infraestructura y la débil articulación del sistema. Por eso, ese mayor gasto debe entenderse como una inversión a largo plazo: estamos hablando de salud, de capital humano. Sin salud no hay progreso ni desarrollo económico.
Actualmente, el Perú invierte alrededor del 6% del PBI en salud, según cifras de la OMS y la OCDE. Es importante, pero insuficiente: países de la región como Chile ya superan el 8%. Es necesario seguir invirtiendo, pero también mejorar la calidad del gasto y la eficiencia en la ejecución presupuestal. Nuestro sistema requiere una articulación mucho más sólida a nivel central, regional, local y también con el sector privado.
Sin embargo, los ciudadanos sentimos que pagamos por algo que no recibimos. ¿Cómo destrabar esta situación?
Esa sensación es real. Persisten la desconfianza y la frustración ante los largos tiempos de espera. En el primer nivel de atención, uno de cada dos establecimientos no tiene médico. Tenemos infraestructura, pero falta personal. Es como en educación: hay colegios, pero no siempre hay maestros o no están bien preparados. El sector privado puede y debe complementar al sistema público, ayudando a cerrar brechas en atención primaria y especializada.
En CADE Salud 2025, que impulsamos desde IPAE junto con exministros, académicos y organizaciones civiles, se insistió en una palabra clave: colaborar. No vamos a tener los niveles de inversión de Finlandia o Noruega, pero el peruano es creativo, emprendedor y puede cooperar. La salud debe estar blindada de los ciclos políticos. Quien llegue al próximo gobierno debe mantener una visión de largo plazo.
El 7% del gasto sanitario se destina a prevención, aunque curar cuesta el doble. ¿Tiene sentido?
Claramente, no. Debe existir un equilibrio. La atención primaria y la prevención son fundamentales. Invertir en inmunización, educación en salud y autocuidado es más eficiente que gastar después en tratamientos complejos. El trabajo debe ser multisectorial: salud, educación, vivienda, agua y saneamiento. La salud debe tratarse como una política de Estado, con indicadores sanitarios claros. No solo cuánto se gasta, sino cuánto se reduce la anemia o cuánto aumenta la cobertura de vacunación.
Mencionaste asociaciones público-privadas. ¿Qué ejemplos destacarías?
El hospital Barton o el Cayetano Heredia son ejemplos de atención público-privada donde se mide la satisfacción del usuario. «Lo que no se mide no mejora». Debemos planificar qué asociaciones público-privadas impulsar en los próximos 10, 15 o 20 años, mantener las que funcionan y ampliar su alcance.
Programas como PADOMI, que atienden a adultos mayores, muestran altos niveles de satisfacción. Sin embargo, no podemos tener inestabilidad en instituciones tan claves como EsSalud, que financia más del 75 % de su presupuesto con aportes del sector privado. Deberíamos repensar por qué el Estado designa a su presidente, cuando el financiamiento proviene, en gran parte, de trabajadores y empleadores.
Entonces, ¿cómo blindar el sistema?
Con diálogo y reglas claras. La salud no debe tener color político. Deberíamos aspirar a un modelo institucional respetado, como el del BCR, con continuidad técnica y confianza ciudadana. Además, necesitamos plataformas público-privadas que incluyan la voz de la sociedad civil, que es la que sufre el gasto de bolsillo, hoy cercano al 30%.
De cara a las elecciones, ¿qué deberían incluir los planes de gobierno en materia de salud?
Mencionaría cuatro puntos prioritarios: financiamiento con calidad de gasto, regulación e institucionalidad claras, Innovación y valorar y fortalecer al personal de salud -médicos, enfermeras, farmacéuticos, obstetras, voluntarios y cuidadores- con un plan de humanización que reconozca su dignidad y compromiso.






