Jorge Trelles Montero
Para Lampadia
De casualidad escuche un pequeño video del cómico y ahora candidato Carlos Álvarez, donde, al rechazar una invitación del CADE para que exponga su programa, aprovecha para comunicar que el mayor conocimiento de la realidad de las elites de las sociedades humanas no explica sustantivamente el desarrollo de la humanidad, que lo importante en la conducta humana no es saber sino sentir y que en tal virtud reunirse con la elite económica del país no sirve para nada. Si le hacemos caso, la famosa frase de Descartes “pienso luego existo” debería remplazarse por “siento luego existo”.

Lo digo porque las personas que asisten al CADE conforman la elite comercial, minera, agrícola, industrial, crediticia y administrativa del país. Es decir, las personas que decidirán si se invierte o no en el país, si habrá crecimiento y empleo.
Me sorprende sobremanera que un candidato a la jefatura del país, por más que solo tenga educación secundaria, no sea consciente de que el desarrollo de la humanidad se ha debido al saber.
En especial, la mejoría enorme en la calidad de vida de los seres humanos (ricos y pobres) en los últimos 300 años se debe a los milagros de la ciencia y de la tecnología, que produjeron la Revolución Industrial, que fue el punto de partido del incremento sostenido del bienestar de la humanidad.
Carlos Álvarez debería darse cuenta de que el video con el que comunica su inasistencia al Cade no sería posible sin el desarrollo de la Física, la Química y las Ciencias Económicas, Administrativas y Jurídicas. Que su candidatura a la jefatura del país, con los derechos, garantías y deberes de un régimen democrático, no sería posible sin el desarrollo de la Ciencia Jurídica y de la Historia desde su aparición en Atenas en el siglo VI antes de Cristo hasta su generalización en el siglo XX.
En verdad, el desprecio del mencionado candidato por las elites es la prueba de su ignorancia y de su incapacidad para dirigir un país en el siglo XXI.
El Presidente, dice la Constitución, dirige la política general del gobierno y como consecuencia dirige la política exterior y las relaciones internacionales, preside el Sistema de Defensa Nacional y organiza, distribuye y dispone el empleo de las Fuerzas Armadas y de la policía Nacional, adopta las medidas necesarias para la defensa de la República, declara la guerra y firma la paz, administra la hacienda pública y negocia los empréstitos del país, regula las tarifas arancelarias y en general dicta medidas extraordinarias de carácter económico o financiero con fuerza de ley.
Detrás de cada una de estas facultades está el supuesto de que el Presidente debe ser un hombre suficientemente ilustrado como para conocer la importancia de la ciencia y de los científicos.
Joel Mokir, recientemente designado premio nobel de economía, sostiene, que el desarrollo económico y en consecuencia el creciente bienestar de las sociedades humanas se debe no únicamente al desarrollo de la ciencia sino también a la creencia de que esto es así, es decir, al respeto por los científicos.
No solo es importante que avance la ciencia y en consecuencia los medios para que se acentúe la prosperidad de las sociedades humanas, sino que es aún más importante que las sociedades humanas crean que el avance se debe a “los que saben”.
¿Ustedes creen que un ciudadano que cree que lo importante es “sentir” y no “saber” puede ser Presidente del Perú?
Lampadia






