Fausto Salinas Lovón
Desde el pie del Misti para Lampadia
Todos en el Perú ya sabíamos que el gobierno de la señora Boluarte, heredera legítima de Pedro Castillo, pasó en los últimos meses al modo de “FLOTACION”, donde lo único que le interesaba a la gobernante, sus ministros y funcionarios era mantenerse a flote y cobrar el sueldo en espera de llegar a la orilla cada vez más cercana del 28 de julio próximo. En este modo, se buscaba evitar que se agiten las aguas, no se gobernaba y se daban concesiones políticas y presupuestarias a los grupos de presión, a las mafias políticas regionales y locales y a los demás partidos e intereses.
- No se hizo nada contra el delito, ni siquiera se cambiaron ministros, sólo se hicieron enroques. No se hizo nada contra las extorsiones, se aconsejó estúpidamente no contestar el teléfono.
- No se combatió la minería ilegal, se la dejó convertirse en la principal fuente ilícita de dinero.
- No se actuó contra la inepcia estatal, el derroche y el mal gasto, se siguió alimentando a alcaldes y gobernadores corruptos a cambio de pálidos apoyos.
- No se enfrentó a los partidos extorsionadores, no se les confrontó, simplemente se les dio ministerios, proyectos especiales y presupuestos para contentarlos.
- No se hizo nada para defender MachuPicchu de la extorsión local, se cedió ante ella.
No hacer nada tiene su precio.
Dina Boluarte lo pagó y lo pagaron junto con ella todos aquellos que flotaban en su entorno. Es inmoral cobrar del Estado, ejercer un cargo, ser elegido para ser autoridad, si no se va a hacer nada desde esa posición. El epílogo de esta falta de acción es que ni siquiera concurrió a defenderse, no se defendió, más allá de que la citación con menos de una de antelación era obviamente arbitraria.
Esa es la primera lección de esta crisis política.
La segunda, más obvia, es que la lealtad no es una virtud que habite en el ambiente político y que los favores presupuestales y políticos no son suficientes para mantenerla.
En esos predios importa lo que conviene o lo que es peor, lo que se cree que conviene. Las transferencias presupuestarias a gobiernos de Somos Perú no garantizaron lealtad. Los ministerios a Plata como Cancha tampoco. Las autorizaciones de endeudamiento no contuvieron a Renovación Popular. Todo los otros favores políticos tampoco aquietaron a los otros grupos políticos. La lealtad política no se compra con favores presupuestales.
Hay más lecciones, quedan para una nueva reflexión.
Resta esperar que estas lecciones le sirvan a José Jerí, el nuevo encargado de la Presidencia.
Que tenga en cuenta como lo dijo en su discurso que “el cargo no hace a la persona sino la persona al cargo” y que asistido por el sentido común, la buena fe y un sentido patriótico que hace tanta falta entre nuestros políticos, tome las riendas del país, enfrente sus graves desafíos y entregue el poder en julio del año que viene.
Si el no aprende estas lecciones y sólo es una ficha de la señora Li, la dueña de Somos Perú que no pudo ser reelegida alcaldesa ni en su distrito ni en otro, ni pudo llegar al Congreso pero si coloca alcaldes, gobernadores y ahora presidentes, su suerte puede ser la misma que la de Dina.
Lampadia