Jaime de Althaus
El Comercio, 27 de setiembre del 2025
“La narrativa señala que el Congreso y el Gobierno combinan intereses económicos con intereses corruptos que buscarían tomar el control del sistema judicial”.
La publicación del reglamento de la reforma del sistema de pensiones funcionó como un catalizador o disparador de reacciones de la llamada generación Z contra las AFP (y luego contra la corrupción de los poderes públicos) algo que no ocurrió cuando se aprobó la ley. Esas reacciones pueden verse como reacciones libertarias (contra la inscripción obligatoria en el sistema –privado o público– desde los 18 años) o como la activación de ese subconsciente izquierdista siempre latente .
Pues la mencionada obligación fue leída intencionalmente en el sentido de que a esa edad todos tienen que inscribirse en una AFP. De allí a argumentar que la reforma ha sido hecha para beneficiar a las AFP (y a los grupos financieros) a costa de los de los ciudadanos, no había sino un paso.
Pero eso no solo no es cierto, sino que, por el contrario, los jóvenes y los informales, que antes estaban excluidos, van a poder acumular en sus cuentas previsionales el 1% del valor de lo que compren, si es que piden boleta con su DNI. Van a recibir en lugar de dar o aportar. Además, las AFP van a tener que competir mucho más con otras administradoras (cajas municipales, entre otras), y las comisiones por tanto bajarán. Pero, como siempre, ganó la narrativa izquierdista.
Desde Velasco y desde que los profesores del Sutep-Patria Roja tienen desde hace 40 o 50 años el cuasi monopolio del relato en los colegios estatales, está en el inconsciente colectivo que hay unos poderes económicos nacionales o extranjeros o limeños que se aprovechan de la indefensión del pueblo en su propio beneficio. Son categorías mentales y culturales instaladas que sirven para aprehender la realidad de manera inmediata y distribuir culpas.
Esa cultura izquierdista profunda debería ser combatida con campañas que expliquen las causas del crecimiento, la reducción de la pobreza y el bienestar, pero las élites peruanas se desentienden.
Un corolario de esto es que lo peor que le puede pasar a una reforma de estímulo económico o de corte liberal es ser adoptada por un Congreso o un gobierno impopulares y desacreditados. Porque entonces las taras adjudicadas a esos poderes (corrupción, búsqueda de impunidad, intereses particulares y hasta ilegales) se mezclan con los componentes sensibles o manipulables de las leyes mencionadas activando los demonios ideológicos que suelen estar en relativa hibernación. La narrativa señala que el Congreso y el Gobierno combinan intereses económicos con intereses corruptos que buscarían tomar el control del sistema judicial.
El hecho es que el ataque ideológico a la reforma de las pensiones y también a la ley agraria junto a la percepción de poderes corruptos provocó movilizaciones que, aunque han tenido poca participación pese al llamado intenso de ‘streamers’ e ‘influencers’ a “poner fin a todo”, podrían estar generando un “momento izquierdista” o antisistema, una tendencia o corriente que puede terminar envolviendo la visión de las cosas hacia el 2026.
Las marchas no pasaron de 1.000 personas –no solo jóvenes–, pero si ese espíritu se extiende a sectores más amplios de la sociedad, podría encontrar un candidato que lo exprese.