Álvaro Correa, CEO de Alicorp
El Comercio, 24 de setiembre del 2025
“El resultado de la primera vuelta electoral es una señal de que los bolivianos han reconocido las fallas de este sistema”.
Varios de nosotros hemos vivido lo suficiente como para haber visto la causa y la consecuencia de modelos económicos exitosos y otros fallidos, tanto en el Perú como en otros países.
Los de mi generación vivimos una niñez donde se perdió la libertad política, económica y de expresión, con un modelo dictatorial, estatista y empobrecedor. Vimos regresar la democracia, pero sin claridad respecto de lo que hace progresar a un país y, como consecuencia, la aparición de un populismo desenfrenado que llevó a la peor hiperinflación de la historia.
Experimentamos el salvajismo del terrorismo y vivimos lo difícil que fue la pacificación. Sufrimos las consecuencias del desorden económico y la dificultad que significó poner orden en las finanzas públicas y en los fundamentos de una economía que, a la postre, permitiría traer crecimiento y bienestar. La libertad de empresa, la apertura económica y reglas claras nos ayudaron por casi tres décadas. El resultado de esta travesía nos deja una gran lección: el estatismo no funciona, la sobrerregulación paraliza, los controles de precio y de tipos de cambio empobrecen, y la falta de inversión es una partida de defunción para el progreso de un país.
Es aleccionador lo que ha ocurrido en Bolivia durante las últimas décadas. Un país con importantes recursos naturales, personas trabajadoras y emprendedoras, con capacidad productiva, que llega al 2025 en una situación extremadamente complicada. Todo ello fue producto de un modelo en el que el Estado toma un rol preponderante en la economía, no solo al participar en la actividad empresarial, sino sobre todo en limitaciones a la libertad de empresa a través de cuotas, controles de tasas de interés, de precios y de tipos de cambio. Esto lleva a situaciones de paralización y escasez, lo cual afecta en mayor grado, como siempre, a los más pobres. Al intentar controlar los factores productivos, se frustra la inversión. El Estado como gestor no funciona, y eso ha llevado a tener empresas fallidas y servicios deficientes.
El resultado de la primera vuelta electoral es una señal de que los bolivianos han reconocido las fallas de este sistema, y quieren algo diferente, que los lleve a un lugar mejor.
Quiero pensar que los peruanos más jóvenes, quienes pueden terminar decidiendo los destinos del país y más allá de su preferencia política, sabrán ser sensibles a lo que viven nuestros hermanos bolivianos y tengan claro que hay cosas que no deben ponerse en tela de juicio: que el rol del Estado debe enfocarse en atender necesidades básicas de la población: salud, agua y desagüe, nutrición, educación, seguridad social y seguridad física.
En temas económicos, el Estado debe limitarse a dar estabilidad jurídica, tener las finanzas en orden, promover la inversión privada, asegurar la libertad económica y hacer cumplir la ley.