León Trahtemberg
Correo, 5 de setiembre del 2025
El Minedu sabe que la mayoría de los alumnos no aprende lo esperado en Matemáticas y Lectura, pero insiste en un modelo educativo uniforme que ignora las diferencias individuales. La creencia de que todos los estudiantes pueden avanzar con el mismo currículo, a la misma velocidad y bajo las mismas evaluaciones es una ilusión peligrosa que deja atrás a quienes no encajan en el molde escolar tradicional.
El sistema parte de la premisa de que todos deben recorrer el mismo camino, sin considerar que los estudiantes tienen diferentes contextos, oportunidades y estilos de aprendizaje. La estandarización no garantiza equidad; al contrario, convierte la escuela en un filtro que favorece a unos pocos y margina a muchos.
Las evaluaciones de logros aplicadas de manera uniforme agravan el problema. Se mide el desempeño con parámetros rígidos, invisibilizando avances individuales y desmotivando a quienes no encajan en el modelo. No se reconoce el esfuerzo ni el progreso personal, sino solo la coincidencia con un estándar arbitrario.
Para una reforma educativa real, necesitamos currículos flexibles, evaluaciones diversas y aprendizaje adaptativo. Los docentes deben tener autonomía para personalizar la enseñanza, y el sistema debe garantizar equidad proporcionando recursos adecuados a cada estudiante.
El derecho a la educación no significa recibir lo mismo, sino aprender según las propias capacidades e intereses. La homogeneidad no es inclusión, sino exclusión disfrazada de equidad. Es hora de dejar la indolencia y transformar la educación para que todos tengan la oportunidad real de aprender.