Andrés Balta
Perú21, 14 de agosto del 2025
«La leyenda negra, fabricada por los enemigos de España, no nos sirve, desgarra a todos y no es verdadera. Y lo peor de lo peor es que —aun en el presente— la repetimos y la propalamos, negándonos a nosotros mismos», reflexionó Andrés Balta.
Siempre preguntémonos si una creencia sirve o no. Si ella nos reconcilia o si, por el contrario, nos desgarra, nos niega o nos separa. Por supuesto y —principalísimamente— si es o no verdadera.
La leyenda negra, fabricada por los enemigos de España, no nos sirve, desgarra a todos y no es verdadera. Y lo peor de lo peor es que —aun en el presente— la repetimos y la propalamos, negándonos a nosotros mismos. Por el contrario, afirmarnos, es decir siempre —con total convicción— que somos la respuesta viva de cómo pasar a otra civilización, sin borrar el legado de nadie. Y, reconciliarnos, es y ha sido siempre continuar enriqueciéndonos con el maravilloso paradigma del mestizaje.
La independencia fue un hecho violento, realizado fundamentalmente por militares. En ese contexto, ¿hubiera sido más cauto que la independencia desencadenara en el Perú una monarquía constitucional? La respuesta podría ser ociosa después de más 200 años y el buen consejo dice que no se deben conjugar los verbos en ese tiempo. Lo que sí se puede es criticar lo que se hizo mal y rectificar.
Por ejemplo, Diego de la Torre en una entrevista por Canal B afirmó que los dueños del 70% de las tierras en el Perú eran los descendientes de los nobles indígenas; que tanto Incas, como Huancas y Huaylas tenían títulos de propiedad y que eran nobles con categoría del Imperio español. También indicó que Humboldt decía que los obreros mineros del Perú del siglo XVIII eran mejor tratados que en la Alemania de esa época. Finalmente, añadió que Bolívar, en ese contexto, abolió los títulos de propiedad a la nobleza indígena, quitándoles las tierras y que el PBI del Perú de 1820, igual que el de Inglaterra, experimentó una catástrofe en los 40 o 50 años de la vida independiente, explicando que la hispanidad unida no le convenía a los poderes de la época, que al Perú siempre lo han querido destrozar y que Bolívar lo despedazó.
Escribí estas líneas el día feriado de la Batalla de Junín. Encontré que la mejor manera de celebrarlo era oponiéndome a Bolívar, como lo hiciera Rázuri con el cambio de orden en aquella famosa batalla. En ese sentido, postulo para el Perú una revolución masiva y gigante de titulación y entrega de propiedad privada, haciendo directamente lo opuesto que quiso e hizo Bolívar.