Andrés Balta
Perú21, 17 de julio del 2025
«Gracias a Dios hay en el Perú razones de éxito que nos curan el alma».
Patricia Benavides señaló en una entrevista: “Con la anterior Junta Nacional de Justicia se violaron todos mis derechos fundamentales. Se me suspendió en el cargo en seis días, sin poder hacer uso del derecho de defensa, de la presunción de inocencia. En ninguna parte del mundo ha existido que a una fiscal de la Nación se la suspenda en seis días, con todo tipo de violaciones”.
En la misma entrevista comentó que cuando fue notificada con la resolución de suspensión, se dijo a sí misma: “¿No la voy a cumplir? No, las resoluciones se dan para cumplirse”. Y entonces, conocedora del derecho y sobre todo como fiscal, defensora de la legalidad, procedió a hacer la entrega del cargo y a retirarse del despacho de la Fiscalía de la Nación.
En mi opinión, fue una avalancha de papeles con velocidad de rayo aplastante, una encerrona y escaramuza salvajes y un capítulo más de la lucha —sin cuartel— librada por un poder vicioso y delictuoso en el Ministerio Público y el Poder Judicial.
Meses después ante un pedido previo de nulidad de oficio, una nueva Junta Nacional de Justicia repuso a Patricia Benavides en su cargo de fiscal de Nación. Esta resolución fue resistida e incumplida por Delia Espinoza que hizo —diametralmente— lo opuesto y contrario a entregar el cargo y retirarse del despacho de la Fiscalía de la Nación. Contemporáneamente, un juez suspendió la resolución que repuso a Patricia Benavides en su cargo.
El 30 de este mes debe resolverse la apelación de la fiscal contra la suspensión de su reincorporación. Si gana, regresará a ser fiscal suprema, considerando que ya venció su periodo como fiscal de la Nación.
Estas salvajadas enferman, golpean contra el suelo y hacen repudiar, así como desalentar, la abogacía y la justicia. Gracias a Dios hay en el Perú razones de éxito que nos curan el alma y que hacen que me pare para escribir estas líneas y pedir a todos que pongamos a la justicia en las primeras prioridades del Perú, porque, como se atribuye a Voltaire: “el grado de civilización de un pueblo se mide por el nivel alcanzado por su poder judicial” y porque en línea con la necesidad de proteger los derechos individuales está asegurar un sistema equitativo de justicia.