Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
¡Cómo ha cambiado el Perú! Leía que, el ingeniero italiano don José Tiravanti, “arquitecto de gran estilo”, quien llegó al Perú en 1850 y fuera designado (no elegido) alcalde de Barranco en 1887, diseñó y donó en favor de la congregación Franciscana, la construcción de la iglesia de San Francisco, ubicada en la plaza del mismo nombre en ese distrito.
Ciertamente, en ese entonces, se buscaba a la gente más calificada y de mayor valía, para ocupar los cargos públicos, lo que, obviamente era un honor.
Hoy en día, en cambio, los menos calificados, sin experiencia ni algo positivo que aportar (con honrosas excepciones), buscan la oportunidad de ser elegidos, dentro de un universo de incapaces y delincuentes, para estar cerca de la riqueza del Estado y de acceder a una cuota de poder. Cosa que de ninguna otra forma podrían lograr. De esta manera, llegar al gobierno nacional, al Congreso, gobiernos regionales o alcaldías, dejó de ser un honor.
Decía John F. Kennedy, que “la ignorancia de un votante en una democracia, pone en peligro la seguridad de todos”. Por eso, debemos desde ahora, de cara a las próximas elecciones generales, pensar en mecanismos que nos permitan minimizar, de alguna manera, la llegada de los “Darwines”, “Doroteos” y otros tantos “mocha sueldos”, ladrones de los recursos del fisco y sinvergüenzas, como los que hoy podemos exhibir, tanto hombres como mujeres, iguales de “indignos y pericotes”.
La historia electoral reciente nos muestra, que nuestros electores no sólo son cada vez más ignorantes de la cosa política y menos capaces de discernir entre el bien y el mal, sino que muchos votan con enojo y con rencor. Comentaba un antropólogo cusqueño que, en muchos casos, el voto que él ha observado en las regiones del sur, gira alrededor del concepto de, “no me importa joderme, con tal de que tú te jodas”.
Tal como podemos apreciar pues, a medida que pasan los años, la sociedad involuciona de la siguiente manera:
- Hay más acceso al voto, por ser obligatorio y mayoritariamente más desinformado.
- Menor nivel educativo (veamos lo hecho con profesores, colegios y universidades, así como el resultado de las pruebas PISA).
- Mantenemos por décadas una alta anemia infantil y, en consecuencia, menor capacidad para entender y razonar de niños y adultos que la sufrieron, que hoy son votantes.
- Más frustración e insatisfacción popular y como resultado, más voto por encono.
- Sentimiento de confrontación de regiones contra Lima y viceversa.
- Sentimiento de, “si llego al gobierno o congreso, esa es mi oportunidad y la de mi clan”.
- Cultura de “privatizar”, en beneficio propio y de su clan, los bienes públicos.
Ya a estas alturas, tenemos 27 partidos inscritos y todo parece indicar, que tendremos cerca de 40 partidos habilitados para las elecciones 2026. Lo anterior significa, que podríamos tener que elegir entre 40 planchas presidenciales (espero que el JNE, acepte sólo las que estén completas) y 7,600 candidatos, entre senadores y diputados. Imposible de “digerir” y seleccionar adecuadamente. Para tratar de diluir la probabilidad de que llegue al Congreso gente con cuatro mil votos, logrados sabe Dios cómo (ya hemos visto a Oscorima comprar votos a 100 soles cada uno), sugiero un mecanismo disruptivo que, para casos extremos como este, resultaría mejor:
- Una primera vuelta que permita seleccionar los cinco partidos o alianzas que pasen a segunda vuelta. Esta NO SERÁ por elección, sino una RULETA buscando los números más altos. A menos que se hayan constituido en alianzas electorales, entre al menos tres partidos inscritos, quienes irían a la primera vuelta, los partidos no agrupados ocuparían los cupos restantes mediante la ruleta. Esto es, las alianzas participan de todas maneras y los partidos individuales cubrirían los cupos restantes por ruleta. De esta manera eliminas las manipulaciones internas, la “encuestitis” pre-electoral, los debates absurdos entre 40 candidatos y equipos de plan de gobierno, etc.
- Una segunda vuelta para elegir, mediante votación, la plancha presidencial y los congresistas, dentro de esos cinco partidos o alianzas electorales que se hayan podido constituir dentro de los 60 días posteriores a la primera vuelta.
Encuentro este mecanismo:
- Muy práctico y anula la “tóxica contaminación” de manadas de candidatos en campaña.
- Permite desbrozar el panorama electoral (entre 40, pues ninguno, por sí solo, ofrece calidad), mientras se reduce el voto por odio o rencor.
- Esto fuerza a formar alianzas entre quienes, siendo muy parecidos, quisieron ponerse a la cabeza de su “partidito”.
- Se elimina el negocio del partido propio, pues desaparece el cobro de cupo, por ser parte de las listas de 40 partidos que podrían desaparecer en la ruleta.
- Este proceso obliga a los líderes de los partidos a prepararse de antemano, a estudiar a sus contrincantes más cercanos, sus propuestas y los equipos con que podrían trabajar.
- Reduce la posibilidad de los congresistas que quisieron reelegirse como senadores, sólo por haber sido congresistas.
- Incluiría como requisito para ser candidato a senador y miembro de la plancha presidencial, la presentación de las diez (10) últimas declaraciones juradas (DJ) del impuesto a la renta.
Estoy seguro que me criticarán por proponer una ruleta electoral y por exigir las DJ mencionadas, pero dada la atomización de partidos, es imposible elegir a alguno de calidad en primera vuelta. Es mejor que se vean obligados a fusionarse, a eliminar el concepto de partido/negocio y, finalmente, que quienes quieran pertenecer a la “cámara reflexiva”, tengan razones para defender y servir al país, con posibilidades de aportar, tal como lo hizo don José Tiravanti en su época. ¡Ya es tiempo de adecentar la política!
Obviamente, esta propuesta aplicaría, siempre que tengamos más de cinco partidos o frentes habilitados para participar en elecciones.
Los invito a discutir la propuesta, pensando en la objetividad y pragmatismo de la oposición venezolana, que se ha visto obligada a tener un candidato de consenso. Lampadia