Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
Un país que renunció al ahorro, la eficiencia y la austeridad en el gasto público tiene que sufrir las consecuencias de haber tolerado y auspiciado el derroche de sus recursos públicos.
El escándalo de los ROLEX exhibidos por la presidenta y los gobernadores regionales, además de ser la punta visible del iceberg de la corrupción que emerge en el mar de la descomposición de nuestra clase política, es también, hay que reconocerlo, la consecuencia de haber pasado desde principios del milenio a ser un país que saludó, estimuló y “felicitó el gasto público” como instrumento de política para impulsar el crecimiento de la economía.
No importaba si los recursos generados por la minería, los hidrocarburos y las agroexportaciones, que mejoraron notablemente la caja fiscal, se gastaron en carreteras interoceánicas sobrevaluadas, en refinerías de petróleo en empresas quebradas, en gaseoductos sobredimensionados o en sobrevaluadas nuevas líneas de metro para Lima. Lo que importaba era gastar. Y en ese afán, no estuvieron solos políticos, burócratas y contratistas, también los secundaron periodistas, consultores y líderes de opinión que “felicitaron el gasto” como variable importante del crecimiento de nuestra economía.
El estado mínimo. La austeridad en gasto público. El ahorro de los recursos estatales. Todas ellas se convirtieron en malas palabras y la austeridad pasó a ser una mera coartada de gobiernos que al mismo tiempo dilapidaron nuestros ahorros.
Del gasto público al derroche de nuestras castas solo había un paso, ver en Lampadia (1 de marzo, 2024): Paremos el derroche de las castas ¡No a sus cuentos!!!
Del derroche al escándalo de los Rolex, ya no hacía falta ni siquiera un paso, era su consecuencia obvia.
El año 2019, se perdieron 23,297 millones en actos de corrupción. El 14.9% del Presupuesto de ese año. El año 2023, la pérdida fue de 24,268 millones. El 12% del presupuesto nacional.
¿Cuánto perderemos este año? Si comparamos esta cifra aportada por la Contraloría con el presupuesto de gastos de capital del gobierno nacional, las regiones y municipalidades, la cifra se eleva al 40%. Un escándalo aún mayor: 4 de cada 10 soles se pierden en actos de corrupción.
La raíz del problema está en haber renunciado a un Estado mínimo, austero y eficiente, para convertirlo en el protagonista de la vida económica de nuestra sociedad, en el habilitador de los negocios privados. Mientras mantengamos este Estado y no lo reduzcamos, el gasto y el derroche seguirá y los ROLEX o cualquier otro código mafioso seguirá aflorando en el mar de nuestra descompuesta clase política. Lampadia